Estuve recientemente con uno de esos bandoleros y le pregunté si no tenían problemas de rechazo con la imagen de los bandoleros, a lo que me respondió con un contundente "Es mil veces mejor ser bandolero que político".
Después me explicó su curiosa tesis: "Los bandoleros robaban a los ricos para repartir parte del botín entre los pobres, eran patriotas y valientes y supieron ganarse el apoyo popular, pero los políticos roban a los pobres para darle parte del botín a los ricos, son cobardes y antipatriotas y han sabido ganarse el desprecio y hasta el odio del pueblo". Y concluyó con un indignado: "No nos compares, por favor".
Creo que el bandolero de Villamartín tiene razón, aunque suene a heterodoxia en democracia. Nuestros políticos actuales están tan desprestigiados, sobre todo en Andalucía, donde han malversado, oprimido, robado y abusado del poder hasta la saciedad, que compararlos con aquellos bandoleros de los siglos XVIII y XIX que se cubrieron de gloria al combatir contra el ejercito imperial francés de Napoleón, al que acosó y martirizó practicando una innovadora y eficaz guerra de guerrillas, es una auténtica injusticia. Leer mas...
Juan Martín, a pesar de sus méritos, murió ahorcado por orden del rey felón Fernando VII, pero Zapatero, sin mérito alguno reconocido y con un grueso fardo acumulado de fechorías y agravios contra España y los españoles, ha sido premiado con una alta condecoración por su sucesor y "colega", Mariano Rajoy, ocupa inmerecidamente un sillón en el Consejo de Estado y disfruta de dos sueldos de lujo, ambos pagados con los impuestos de los atribulados y esquilmados españoles, sus víctimas.
Parece evidente que la España actual, en algunos aspectos políticos, es incluso más injusta, cobarde y sucia que la del traidor Fernando VII.