Es muy recomendable hablar a los bebés

Por Pequelia @pequelia

Son muchos los estudios que determinan que hablar a los bebés contribuye en el desarrollo de las habilidades lingüísticas de los pequeños, el pensamiento lógico o el intelecto. Ahora, un nuevo estudio reafirma las conclusiones obtenidas hasta el momento, investigadores de la Asociación de Ciencias Psicológicas de Estados Unidos, determinan que el número de palabras que los adultos profieren a los niños, mejora significativamente su vocabulario, al respecto os recomendamos leer el post Los bebés aprenden a hablar leyendo los labios.

En la investigación participaron 29 niños de 19 meses de edad, a cada familia se le proporcionó una grabadora para que capturara todos los sonidos que el bebé escuchaba durante el día en el hogar. Posteriormente se analizaron las grabaciones para determinar el número de palabras dirigidas a los niños y el número de palabras que los niños escuchaban en las conversaciones entre adultos. Los resultados mostraron que algunos niños escuchaban unas 670 palabras dirigidas a ellos, otros llegaron a escuchar hasta 12.000. Comparando los grupos de niños que escucharon más palabras y los que escucharon menos a los 24 meses de edad, se constató que el primer grupo tenía un vocabulario mucho más rico y fluido que los niños que habían escuchado menos palabras dirigidas a ellos, lo que prueba que es muy recomendable hablar a los bebés con fluidez.
Los investigadores apuntan que el hecho de escuchar palabras no mejora la compresión, deben ser palabras dirigidas a los niños. En el caso de aquellos niños que escucharon 670 palabras por día, se hace una comparativa clara para que nos demos cuenta de que resulta una cantidad muy insuficiente, si dividimos, son 67 palabras por hora, menos de las que se podrían escuchar en un anuncio de televisión.

Los investigadores evaluaron también la comprensión, a ambos grupos de niños se les mostraron imágenes, por ejemplo la imagen de un perro y la de un libro, acto seguido se pronunciaba una de las dos palabras y se pedía a los niños que se fijaran en una de las dos imágenes. Todo el proceso se grabó en vídeo y tras revisar las grabaciones, se constató que los pequeños que habían escuchado más palabras dirigidas a ellos, identificaban rápidamente el objeto de la fotografía, por lo que el procesamiento del lenguaje era mucho más eficiente que en los niños que habían escuchado pocas palabras dirigidas a ellos.

Pero ahora añadimos otra variable, el estudio se realizó con niños de familias hispanas con ingresos bajos, se sabe que los niños de familias más pobres en general, tienen peores habilidades lingüísticas que los niños de familias ricas, la razón es que los padres de familias más pobres tienen también un menor grado educativo y menos riqueza del vocabulario. A partir de estos resultados, los investigadores sugieren fórmulas de actuación que permitan reducir esa brecha lingüística entre niños de familias ricas y niños de familias pobres, al respecto se cita otro estudio.

Un grupo de investigadores pudo constatar que a los dos años de edad y en relación al aprendizaje del inglés, los niños que escuchaban menos palabras ya tenían un retraso de 6 meses en el aprendizaje y comprensión de las mismas, en comparación con los niños de familias más pudientes. Claro, que existen excepciones, algunas familias deprimidas económicamente tenían un compromiso verbal con sus hijos y en consecuencia, tenían una mejor comprensión y un vocabulario más amplio. Los expertos trabajan en un plan de intervención que facilite que los bebés de familias con menos posibilidades económicas puedan desarrollar dichas capacidades acortando la brecha educativa con los niños de familias más pudientes, y así brindarles más posibilidades de aprendizaje. Los padres tienen que saber que es muy beneficioso hablar a los bebés, ello fomenta el desarrollo temprano del cerebro construyendo una base sólida para su aprendizaje en un futuro.

Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través del artículo publicado en la página de la Universidad de Stanford.

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