Hasta el momento el control de daños había sido más bien testimonial, en raras ocasiones pintaban el sofá, o el suelo, y eran pequeños accidentes sin importancia. A la vez que pedían los lápices de colores, pedían el papel. Pero este domingo la pequeña se salió del guión (y del folio). Mientras los pequeños jugaban y nosotros andábamos con tareas domésticas, la madre se encontró de repente con Leia garabateando alegremente por toda la pared de la cocina mientras canturreaba.
Mucho me temo que vamos a tener más de un zafarrancho de limpieza. Y más de dos. ¡Que la Fuerza nos acompañe!