Pedro Sánchez ha protestado porque llamarle "Autócrata" le homologa con un tipo como Vladimir Putin, Pero Abascal, en lugar de rectificar ha pedido que se mantenga esa descalificación en el acta de sesiones porque es la apropiada y porque Sánchez "se cree la suprema ley", como lo demuestra el hecho de haber cambiado la posición española sobre el Sahara sin consenso, ni el de sus socios de Gobierno ni el del resto del Parlamento. "Lo ocurrido es una afrenta a España, un puñetero insulto a este Parlamento", ha puntualizado.
En su respuesta al presidente del Gobierno, Abascal ha explicado que ha buscado en el diccionario el término, que está definido como "la forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley".
La indignación de Sánchez pierde fuerza si se tiene en cuenta que él es un parlamentario con una extensa experiencia en ofender a los adversarios con calificativos duros. Se ofende si le llaman «autócrata» pero su Gobierno tildó de «ultras» y «parásitos» a Vox y el propio Sánchez ha llamado "mentiroso" a Casado en alguna ocasión.
El propio Sánchez impresionó a los españoles cuando llamó «indecente» a Mariano Rajoy en el debate televisivo previo a las elecciones generales de diciembre de 2015. Aquella ofensa, reproducida hasta la saciedad por las cadenas de televisión, elevó el tono de las ofensas entre políticos y agrió el debate en España, lo que indica que Sánchez es el menos indicado para indignarse cuando a él le llaman "autócrata".
Nosotros, como comentaristas y analistas políticos, sí creemos que Pedro Sánchez es un autócrata y que esa descalificación se ajusta como anillo al dedo a su biografía como político.
Sánchez ha engañado, mentido, simulado, incumplido promesas, despilfarrado, endeudado a su país hasta la locura y conducido a su nación hacia la ruina, además de haber gobernado muchas veces utilizando el decreto, eludiendo el debate parlamentario e imponiendo sus criterios a todo el mundo, incluso frente a la protesta de la sociedad y a al criterio de sus propios socios de gobierno.
La misma composición de su gobierno de sus apoyos parlamentarios reflejan la imagen de un autócrata que ama tanto el poder que no ha dudado en aliarse, para conservarlo, con lo peor de la nación española, incluyendo a partidos totalitarios, como el comunista Podemos, que defienden el terrorismo y que buscan la destrucción de España desde Cataluña y el País Vasco.
Como buen autócrata, utiliza la descalificación de manera intensa y abusiva. Valga como ejemplo la demonización de VOX como partido "ultraderechista" y las descalificaciones recientes a los camioneros en huelga, tachados por su gobierno de «Violentos», «ultras», «aliados de Putin» o «ultraderechistas».
Es más, Pedro Sánchez es el único autócrata verdadero al frente de un gobierno en la Unión Europea y muchos de sus socios lo tratan como a tal cuando ya no le invitan a los foros donde se deciden las líneas políticas y cuando le cierran el grifo de la información, por desconfianza y porque rechazan sus métodos de gobierno.
Por último, Sánchez reúne otros rasgos genuinos de los autócratas, como son el uso de mecanismos bastardos de poder, como la amenaza, la descalificación del adversario, la mentira y el miedo.
Si Putin es un prototipo del autócrata, Sánchez comparte muchos de sus rasgos, entre ellos la opacidad de su estilo de gobierno, contraria a la democracia, y el miedo que despierta en su entono.
Francisco Rubiales