Con esta entrada ponemos fin a la serie sobre los juicios a Dios. Y esta entrada es la última, a pesar de que cronológicamente seria la primera, porque en ella vamos a ver por fin lo que muchos estaban esperando, al mismísimo Dios sentado en el banquillo de los acusados. Como muchos habrán imaginado (sobre todo después de leer el título) este juicio sumarísimo se dio en la URSS en enero de 1918, es decir a poco de acabar la revolución de octubre, y el protagonista fue uno de los gerifaltes del incipiente sistema comunista, el comisario de instrucción pública Anatoli Lunacharski.
El 16 de enero de 1918 se llevó a cabo el esperado juicio, quizás el mas importante de la historia de la humanidad. El Pueblo Soviético, en representación de todos los pueblos de la Tierra, acusaba al Supremo Hacedor de los cargos de genocidio y crímenes contra la humanidad. Aquí no hubo problemas para identificar y notificar al acusado (tal y como pasaría ochenta años después con las demandas de Pavel Mirza y Ernie Chambers) y para paliar la ausencia de este se puso un Biblia en el banquillo en su representación.
Durante las cinco horas que duró el juicio los acusadores enumeraron multitud de evidencias históricas que demostraban los terribles crímenes del Todopoderoso. Los abogados defensores intentaron hacer su trabajo alegando que la locura y la senilidad eran los causantes de sus excesos, y por lo tanto no era responsable de sus actos. Finalmente el jurado falló y el propio Lunacharski fue el encargado de leer la sentencia: Dios es declarado culpable de todos los cargos y condenado a muerte.
El cumplimiento de la sentencia no se hizo esperar, el 17 de enero a las 6:30 de la mañana un pelotón de fusilamiento disparó cinco ráfagas de ametralladora contra el cielo de Moscu, Dios había muerto.
Y así fue como Dios fue condenado a muerte. Pero no me gustaría acabar esta entrada sin comentar alguna cosa sobre las andanzas de Lunacharski. Como comisario de instrucción pública también tuvo a su cargo los temas culturales, realizando una importante labor sobre todo en el desarrollo y la defensa del teatro. Considerado uno de los bolcheviques mas moderados también fue el responsable de salvar muchos edificios de alto valor arquitectónico de la vorágine destructora de sus camaradas. Y los mas curioso de todo, en sus años de cárcel antes de la revolución estudió profundamente las religiones y su posible hermanamiento con el marxismo, llegando a escribir un libro titulado "Religión y socialismo" que le valió el ataque furibundo por parte de sus correligionarios. Quizás la pantomima de su juicio a Dios no fuese mas que un intento de lavar su imagen de beato reprimido.
En 1933 fue nombrado embajador de la URSS en España pero murió antes de poder ocupar su cargo. No se si subiría al cielo, pero no me digáis que no habría sido interesante la posible conversación que tendría con Dios allá arriba, y si este le sentaría a él en el banquillo. Si por el contrario, como parece mas probable, bajó a los infiernos ¿fue allí recibido como un héroe?