Esto que planteamos a modo de pregunta, es un fin en si mismo. Y no se nos escapa que este fin requerirá de cambios profundos en nuestro mundo y en el paradigma social dominante.
La prueba final será nuestra capacidad de establecer estilos de vida, comunidades, empresas y economías que se orienten hacia la búsqueda del mantenimiento de sus capacidades y no a su dilapidación.
Es cierto que se detectan una serie de acontecimientos relativamente nuevos que alumbran nuevos caminos hacia un mundo más sostenible. Nos referimos a estilos de vida individuales, unos basados en la salud y la sostenibilidad (LOHAS), y otros en la simplicidad voluntaria (LOVOS).
LOHAS y LOVOS representan intentos de desarrollar conductas y hábitos sostenibles
A un nivel más general, el crecimiento de las comunidades de consumo alternativas representan un desafío a la cultura consumista reinante en lo que conocemos como Primer Mundo. De esta manera, las ecoaldeas y las Ciudades en Transición han surgido como movimientos globales que indican vías de desarrollo para crear comunidades con bajas emisiones de carbono e independientes del uso de combustibles fósiles.
Los objetivos de estas comunidades son, en última instancia, la promoción de medios de vida más sostenibles en un futuro plagado de efectos del cambio climático y de la insostenibilidad de nuestras actuaciones.
Movimientos como el de Ciudades verdes y brillantes establece metas comparables en el desarrollo del diseño sostenible en las urbes, y en su planificación y gobernanza ecointeligente.
El progreso hacia la sostenibilidad dependerá en gran medida de la creación de la visión de una economía sostenible y de una sociedad en la que todos podamos inspirarnos y tomarla como referencia.
Varios autores han tratado de desarrollar esta visión. Una de las visiones más complejas se encuentra en el informe Prosperidad sin crecimiento de Tim Jackson. Este desarrollo de Jackson tiene por objeto sintetizar la labor internacional existente en el desarrollo de las economías más sostenibles. Está basada en la creación de un sistema económico y político que, en lugar de perseguir el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), persiga la Prosperidad, entendida como la capacidad de todas las personas para desarrollarse dentro de los límites ecológicos de nuestro Planeta.
En este punto tampoco nos podemos olvidar de la Economía de Bien Común (EBC) de Christian Felber. Este plantea un sistema basado en cinco principios fundamentales: la dignidad humana, la solidaridad, la cooperación, la responsabilidad ecológica y la empatía, actuando en a nivel de tres ámbitos principalmente: el económico, el político, y el social.
Otra visión de economía sostenible procede de un proyecto de WWF conocido como One Planet Economy. Busca fomentar el entendimiento entre gobiernos, empresas y consumidores para llevar a la economía mundial a un nivel de huella ecológica que pueda ser soportada por el Planeta sin degradar su Medio Ambiente.
Sea cual sea el postulado o referente que elijamos, dentro de nuestro mundo desarrollado, alcanzarlo va a requerir por nuestra parte alejarnos de estilos de vida que requieren varios Planetas Tierra para satisfacer nuestras necesidades, y nos obligará a cambiar nuestra conciencia y darnos cuenta que tenemos el Planeta en concepto de depósito para nuestros hijos.
Os dejamos con un vídeo TED sin desperdicio del mencionado Tim Jackson:
¿Te unes al cambio ecointeligente?
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