Tras el éxito de Parásitos, el cine de Bong Joon-ho (alabado sea) se ha puesto bastante de moda. Y todo el mundo parece estar de acuerdo en que la cinta que le ha dado la fama es, de lejos, su mayor obra maestra, pero hay otras películas en su trayectoria muy a tener en cuenta. Yo, particularmente, siempre diré que Okja de Netflix es uno de sus trabajos más "cuquis" e infravalorados, pero si hablamos de superproducciones entonces Snowpiercer es su gran "segunda" creación. Una película bastante redonda y satisfactoria que hace que me pregunte... ¿realmente es necesaria una serie?
La americanada en potencia que fue algo más
Lo mejor de Snowpiercer es, probablemente, que se nota que no la dirige el típico director blanco estadounidense. Es una película sobre el fin del mundo, y el protagonista es Chris Evans (que es el típico tipiquísimo blanco estadounidense cuya "belleza normativa" ya criticamos en este artículo), pero no está tratada de la forma que cabría esperar. Ya no es solo que su personaje quede sutilmente ridiculizado por su compañero coreano, sino que el retrato del "líder americano sufrido y noble" queda totalmente desdibujado e, incluso, parodiado, con la revelación final del personaje de Evans, que demuestra no ser el héroe perfecto.
Snowpiercer no deja de ser una película con arquetipos y clichés por un tubo, pero la mano hábil de Bong Joon-ho la convierte en algo que la diferencia de una americanada cualquiera. Es más sutil, más inteligente, sin dejar por ello de ser brutal y entretenida a rabiar. Una crítica en clave de metáfora al funcionamiento de nuestro mundo potente y efectiva, muy en la línea del cine de su director: tanto en Parásitos como en Snowpiercer, e incluso en Okja, la idea central es el desprecio al capitalismo, que se presenta como un sistema de un pragmatismo helado que nos convierte en personas inhumanas e insensibles al dolor ajeno.
Es una película tan satisfactoria por sí misma, en definitiva, que la idea de una serie sobre ella no termina de entusiasmarme. Y menos aún sabiendo todos los problemas que ha vivido la serie en su proceso de creación, que este artículo de 'Espinof' resume bastante bien.
Está mal juzgar una serie solo por su cartel, pero es que menudo cartel. ¿No tiene un aire a cutre que os echa para atrás? Lo único que me gustan son los molinos de viento, que parecen una referencia al Quijote de Cervantes. ¿Se tratan, efectivamente, de una alegoría? ¿Nos quieren decir que el protagonista es como el mítico caballero manchego, cabalgando contra las injusticias del mundo?
Es un tema jugoso, con mucho potencial, pero es inevitable desconfiar sabiendo los problemas que ha atravesado la serie durante tantos años... lo cual no augura nada bueno sobre el resultado final. Por si fuera poco, la película de nuestro queridísimo, venerado, bello Bong Joon-ho es tan buena que ha puesto el listón altísimo. Una serie podría ahondar, desde luego, en aquellos temas por los que la película pasa de puntillas o solo da pinceladas, pero será muy difícil que se supere al material original. Esperemos hasta el 25 de mayo y crucemos los dedos...
Isidro López (@Drolope)