Emiliano Zapata.
Hace unos días recordamos el 97 aniversario del asesinato del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, acribillado en la Hacienda de Chinameca, Morelos, el 10 de abril de 1919. El gran líder agrarista fue víctima de una traición, pero también de exceso de confianza hacia sus amigos, y lo que quizás sea peor, hacia sus enemigos. Alguna vez leí que Zapata era ingenuo, muy confiado, pero ahora me pregunto: ¿Es bueno vivir siempre a la defensiva?
Como arriero que fuera en su juventud, Zapata hizo muchos amigos y conoció palmo a palmo los caminos del Sur, lo que luego aprovecharía como revolucionario, pero finalmente fueron sus amigos, los arrieros, tan confiados como él, quienes sin proponérselo contribuyeron a su ruina al participar como mensajeros en el complot armado por el verdadero traidor, el carrancista Jesús Guajardo.
De ahí parte la pregunta derivada de la Historia y de la vida diaria, porque lo ocurrido a Zapata sucede todos los días, en diferentes formas, a muchísima gente, políticos y no políticos: ¿Es sano vivir siempre a la defensiva, sin confiar en nadie? Yo he conocido a muchos así, muy desconfiados, pero créanme que no son felices, porque siempre están viendo lo peor en los demás, amigos o enemigos.
Para mí, Zapata fue un hombre bueno, leal, noble, auténtico revolucionario que confió en sus amigos, quienes sin proponérselo lo indujeron a confiar también en sus enemigos; grave error, pero vuelvo a mi pregunta: ¿Es sano estar siempre a la defensiva?, ¿tiene sentido una vida así?
Artículo publicado por La Crónica de Hoy Jalisco en su edición del viernes 15 de abril de 2016.