¿Es Thomas Was Alone aburrido?

Publicado el 30 julio 2013 por Deusexmachina @DeusMachinaEx

No – Mara Gilbert

Vuelvo a enfrentarme ante un texto sobre Thomas was alone y para mí es como volver a abrazar a ese amigo que llevas tiempo sin ver. Desde que lo jugué y recomendé mil veces, son muchos los que me han agradecido mi insistencia pero también son algunos los que lo probaron y piensan que les debo el tiempo perdido.

¿Es Thomas was alone (Mike Bithell, 2012) un juego aburrido? Para mí la única respuesta posible a esa pregunta es un no rotundo, sin ni un atisbo de duda. Recuerdo ver imágenes de él antes de jugarlo y no entender muy bien a qué iba a jugar y si merecía realmente la pena hacerlo. Los gráficos no lo son todo, eso ya lo sabemos, pero cuando ves esas figuras geométricas de colores como protagonistas y esos escenarios tan minimalistas llegas a él con mucha precaución. Y por supuesto no tiene el aspecto de ser la mejor solución contra el aburrimiento. Pero una vez lo pruebas, ya estás enganchado. Danny Wallace es bastante culpable de ello. En su papel de narrador nos cuenta la historia de Thomas, esa inteligencia artifical que de repente es consciente de sí misma y que se encuentra en un mundo desconocido. Poco a poco nos irá presentando a más personajes, puesto que Thomas deja de estar sólo y conocemos a sus compañeros de viaje. Pero Danny Wallace no nos lo cuenta de forma ordinaria, sino que nos irá transmitiendo los pensamientos de cada uno de esos personajes, incluyendo bromas e incluso alguna referencia algo más freak. Y nada más que por eso me es imposible aburrirme. Siempre deseaba saber qué sería lo nuevo que ese narrador tenía que contarme, qué pasaba en la mente de Claire como super heroína o si el amor entre dos de esos pequeños píxeles de colores tendrá su fruto.

Pero por supuesto no todo en Thomas was alone es su narrador. Su jugabilidad es muy sencilla, lo que hace que pueda jugar cualquier persona, sea o no un jugador experimentado. Los puzles no son muy complicados, puede que alguno necesite darle más vueltas, pero difícilmente se llega a la desesperación o al tedio. De hecho, tras un puzle especialmente difícil viene siempre uno más simple, para que el ritmo sea variado, propiciando que el jugador no se aburra y esté motivado a seguir jugando. El hecho de ir conociendo nuevos personajes y cada uno con una habilidad distinta también ayuda a que el juego sea mucho más entretenido y los puzles más variados. ¿Acaso le parece a alguien The Lost Viking (Sylicon & Synapse, 1992) aburrido? Es el mismo sistema, sólo que aquí en lugar de esos vikingos que colaboraban entre sí tenemos a nuestros píxeles de colores usando sus habilidades.

Cuando acabé el juego sentí un vacío de “¿y ahora qué?”. Tenía muchísimos juegos pendientes, pero este título tan simple que no aspiraba a nada pero sin embargo era una joya dejaba un hueco muy difícil de llenar. A cada nivel que pasaba quería más y cuando llegué a su final, seguí necesitando más puzles. Un juego que aburre no produce esa sensación. Hay videojuegos con misiones que parecen eternas, partes tediosas o que simplemente no tienen ningún aliciente para seguir. Para mí, Thomas was alone fue algo más que un juego que me divirtió y se me hizo corto. Es muchísimo más, una joya que nos hace ver que los desarrolladores indies tienen mucho que darnos. Y aburrimiento no es una de esas cosas.

Sí – Mith

¿Puedo opinar con una razonable cantidad de solidez argumental sobre si Thomas Was Alone es entretenido o no, cuando no he finalizado el juego precisamente por lo mucho que me aburrió? ¿Me perdí sorprendentes sucesos? ¿Cambió bruscamente la mecánica? Probablemente sea injusto valorar un juego cuando ni siquiera se ha acabado, pero si no se ha hecho porque no te ha interesado lo suficiente y precisamente entras a valorar si el juego tiene interés, puede que la injusticia no sea tanta.

Thomas Was Alone es un juego con una música adecuadísima, con una ambientación lograda, que logra recordarme, de alguna manera, a aquellas primeras aproximaciones comerciales del cine hacia la informática en esos océanos digitales que se mostraban en Tron (Steven Lisberger, 1982). No cabe duda de que en cuanto a presentación el juego consigue su objetivo: atraernos a base de minimalismo y a base de apariencia pixelada hacia los recovecos más exiguos, íntimos y preciosistas de lo que puede representar la pixelación. Los propios protagonistas del juego son píxeles con distintas personalidades que se van descubriendo a lo largo del juego. Sobre la calidad de la historia, del contenido que se ofrece, no cabe para mí duda alguna.

El problema surge de la mecánica. Imagino que no es demasiado lógico recurrir al minimalismo en cuanto a estética y en cuanto a protagonistas para dejar de hacerlo en cuanto a mecánica. O sí. Debería, ¿no? Debería ser la mecánica ese punto que hiciera contraste con todo lo demás para terminar de enamorarnos. Porque la mecánica que subyace al principio del juego consiste en ir pegando saltitos, y poco más. En los escenarios hay huecos más grandes o pequeños, adaptados para los protagonistas que se ajusten adecuadamente a las correspondientes alturas, e igualmente hay saltos que solo pueden realizar los píxeles más atléticos. Y, aunque luego se va complicando un poco la cosa con la aparición del agua, de movimientos que tienes que realizar con precisión y a contrarreloj, no se puede decir que el juego destaque por su dificultad.

La apuesta de Thomas Was Alone es arriesgada. Es minimalista en todos los sentidos, pero acaba olvidando, a mi parecer, que tiene que ser divertido lo que se hace, además de lo que se cuenta. Ya he jugado a muchos juegos que requieren esa precisión plataformera , necesito algo más aparte de una buena historia y una buena presentación.

Para mí calificar a Thomas Was Alone de aburrido, además, es darle una colleja cariñosa al indie, pues parece que ahora todos los juegos indie con una buena apariencia y buena historia deben obtener los laureles, y no. Juegos como Limbo (PlayDead Studios, 2010), Fez (Polytron, 2012) o Braid (Number None, Inc, 2008) pusieron muy alto el listón de lo indie, pero recordemos que, si bien Limbo, pese a su variedad y evolución en la resolución de puzles, lo que se dice una mecánica nueva precisamente no traía, Braid incorporaba el atractivísimo concepto del rebobinado en el tiempo, y Fez permitía rotar el escenario con una sola tecla.

Tanto no le pido a Thomas Was Alone. No requiere una revolución mecánica. Pero sí le pido al indie que sea capaz de algo más que de tener continuamente que amontonar a los protagonistas para poder encaramarse uno con éxito por encima del próximo escalón.

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