Así que aparcamos el coche, descargamos las bicis y las volvimos a cargar en nuestro transporte que allí estaba puntual y nos llevaría hasta Olot.Empezamos la ruta y la lluvia hizo apto de presencia, pero fue divertido, porque apretó un poco y nos paramos debajo de un puente, Koke tenía una app que le decía exactamente donde estaba la tormenta y cuanto tardaría en pasar y nos fiamos ciegamente de él, el decía cuando había que parar y cuando seguir, vaya , que durante los primeros kms estuvimos jugando al gato y al ratón con las nubes...jajajaPor suerte pasó, y el resto del camino lo tuvimos tranquilo.La ruta es ideal para ir con la familia, hay tramos entre bosques preciosos y los niños alucinaron, la mayor parte era bajada y cogían unas velocidades de vértigo, de vez en cando había pararlos para que fueran mas despacio y poder disfrutar del camino y es que se comían los kms que daba gusto. Pasamos por toda clase de arboles frutales, en los campos de avellanas no nos pudimos resistir a coger unas pocas, en esta ruta es imposible pasar hambre...jajajaAún así, nosotros decidimos parar en un menú para ciclistas a darnos un homenaje porque nos lo habíamos ganado... ;)
Tuvimos quedar gracias que la mayoría de los kms los hicimos o chispeando o nublado, porque el sol de después picaba y con fuerza, aunque teníamos un plan B, sabíamos que el camino a escasos 6 o 7km para terminar pasábamos junto al río Ter y no íbamos a desaprovechar la oportunidad de darnos un bañito y refrescarnos. Y así lo hicimos...
La verdad que nos dio lástima llegar, se nos pasó el día volando y nos lo estábamos pasando de lujo... naturaleza, deporte, risas y una compañía estupenda.
Al final un día redondo, llovió cuando tenía que llover y salió el sol cuando tenía que salir.
Eso si, al llegar, el coche estaba ahí, esperándonos con su bonita luz de avería, así que llamamos al R.A.C.C. para que llevara el coche a Barcelona, cargado con las bicis, claro.
Los niños y yo, nos fuimos con Koke y Rosa que se ofrecieron para llevarnos a casa.
Iván se fue con el de la grúa, que era argentino. Nosotros nos reíamos porque pensábamos que entre el palique que tiene Iván y los argentinos que nos destacan por estar callados, la conversación estaba asegurada, aunque no sabíamos cual sería. Al llegar nos contó que cuando el hombre vio las bicis y a Iván que seguía con el maillot de ciclista, ya le estuvo explicando que su hijo era corredor de btt, corría junto a Roberto Heras, vamos que el mundo es un pañuelo y el deporte mueve fronteras... ;)