Pero cuando al repasar mi bandeja de entrada me encontré este estudio en JAMA Psychiatry no pude evitar mirarme. Además tenía comentario en la editorial. No es mi campo, yo soy biólogo y todo lo que queda en ese campo aunque me encante, considero que carezco de los conocimientos básicos para poder hacer un juicio válido. Pero aquí entramos a mi parecer en un campo que yo me atrevería a decir que es de arenas movedizas. Aunque los datos son lo que son y parecen sólidos. Vamos a ellos.
Es un estudio que se ha realizado en Suecia, y que ha seguido durante más de 35 años a más de 700.000 hombres. En Suecia el servicio militar fue obligatorio hasta el 2010, y al entrar se te cogían una serie de parámetros fisiológicos, entre ellos la frecuencia cardíaca en reposo y la tensión arterial. Después investigadores Suecos y fineses fueron a buscar los datos de crímenes violentos y no violentos a los archivos del estado. Y se encontraron que los sujetos que tenían la frecuencia cardíaca en reposo más baja (menos de 60
Los autores explican en la discusión del estudio que existen dos grandes teorías que explicarían estos resultados, resultados por otra parte observados en estudios de menos calibre que el presente realizados en los últimos años. La teoría por la cual una baja frecuencia cardíaca explicaría una tendencia a buscar el aumento de ésta mediante estímulos peligrosos. La otra es la teoría de la falta de miedo. Evidentemente que los autores indican que los datos que se desprenden de este estudio no pueden discriminar entre una y otra teoría.
La polémica está servida. ¿Podría ser la baja frecuencia cardíaca en reposo un elemento clave en la predisposición al crimen?. ¿Son extrapolares los datos obtenidos del registro sueco a otras partes del planeta?. ¿No se estarán olvidando los autores de alguna variable que también sea importante en la predisposición a cometer un crimen o a las conductas anti-sociales?. Pasen, vean y comenten mis queridos amigos.
Referencias.
- JAMA Psychiatry. 2015 Oct 1;72(10):971-8. doi: 10.1001/jamapsychiatry.2015.1165.
- JAMA Psychiatry. 2015 Oct 1;72(10):962-4. doi: 10.1001/jamapsychiatry.2015.1364.