No lo dudes, ahora es el momento de utilizar
esa maleta olvidada, y meter en ella todas esas cosas que te están amargando la
vida. Es hora ya, de que alejes definitivamente de tu existencia ese lastre que
te mantiene continuamente acorralado, que te oprime, que como una esponja
absorbe el oxígeno de tu espacio vital y que acabará por asfixiarte si no lo
eliminas de forma drástica.
Ahora, que por fin te has decidido a abrir esa maleta, que hasta el momento era un trasto inútil, aprovecha y saca definitivamente del armario esa colección de desastres que has ido acumulando a lo largo de tu existencia, tan afanosa y concienzudamente. Además, sabes de sobra que sólo son de tu exclusiva propiedad, nadie tiene la culpa, de que con esmero los hayas hecho tuyos año tras año, gracias entre otras cosas a tu torpeza y falta de acierto, no hay duda alguna, que has ganado méritos más que suficientes para ello.
Tus
equivocaciones, tus desengaños, tus fracasos, en fin, todo eso que te debilita
y que con la experiencia de la vida has de ir poco a poco evitando, para que te
salve la sabiduría de aquellos que con el paso del tiempo, han ido aprendiendo de sus
errores.
Quizás nunca llegues a ser sabio, ó quizás lo consigas cuando ya sea tarde y te quede poco tiempo, pero al menos, que los años te sirvan como mínimo para alejarte de esa pertinaz ignorancia que muchos arrastran desde el día que nacen, y ahí sigue imperturbable, cuando dan su último aliento.
Y por supuesto, tampoco te quedes con la maleta, por que muchas veces, aunque se haya tirado la llave, siempre los seres humanos, con manifiesta torpeza y falta de inteligencia, tenemos tendencia a volver a tropezar de nuevo con la misma piedra, una y otra vez y nos las ingeniamos astutamente para auto flagelarnos, y al final buscamos el modo de volver a abrir de nuevo la maleta, así que, mejor hacer desaparecer ese bulto horrible, para siempre, hay que destruirla, quemarla, tirarla al pozo más profundo que encuentres o meterla en un tren que vaya al fin del mundo en un viaje solo de ida, pero de una u otra forma aléjate para siempre de ese trasto malvado, si no quieres que su contenido vuelva a presentarse ante ti, en forma de fantasmagórica presencia que te acompañe eternamente.
Fran Laviada