Está totalmente demostrado que las actuales lavadoras devoran nuestros calcetines. Deben tener un chip inteligente al estilo de Volkswagen que en cada colada que visualiza calcetines se traga al menos uno. Se podría comer el par completo, pero la muy zurrupia se zampa sólo uno para que el pobre usuario se vuelva loco buscando una media naranja que quizás nunca existió en el bombo de esa lavadora. Y ahora han inventado la lavadora con cámaras que con la disculpa de localizar las manchas, te localizan los mejores calcetines para dejarte desconjuntado.Y es que, quien no ha programado la lavadora en el único programa que una persona normal (también los peatones), se atreve a ponerla. Y cuando termina y comienza a pitar (en breve nos enviará un WhatsApp para avisarnos) y con diligencia para que no se arrugue, se dirige a tenderla con la incertidumbre de no saber lo que se va a encontrar. Imagínate... lo que deben sentir los valientes que se atreven a ponerla en un programa ecológico o económico, o delicado o sin centrifugado... Seguro que los índices de adrenalina e incluso la bilirrubina se le suben al infinito y más allá. La incógnita de todo esto es que a nuestras madres no les pasaba esto. ¿Y por qué? Está claro: en las lavadoras de antes solo existía el programa 3. Sin prelavado ni centrifugado suave, ni con ahorro de energía plus, ni hostias. A saco. ¡Con dos cojones! !Si lo que ahorramos en luz lo gastamos en calcetines!Ahora tenemos tantas ofertas que más nos valdría lavar nuestra colada, apenas sudada, a mano.Coño, coño y en cuantas cosas de la vida podríamos aplicar esta manolada a modo de moraleja... Piénsalo.