Escapada a Donosti

Por Especialistamike

Lo cierto es que cuando amaneció, el día pintaba muy mal: lluvia, viento y un cielo plagado de nubes que, además, no tenía pinta de mejorar. Pero aún así fuimos, pues ya teníamos la reserva de hotel hecha. Nuestro hotel estaba en la playa de Ondarreta, a 10 minutitos andando de la Playa de La Concha. Justo en el centro de esta famosísima playa y con unas vistas de toda la bahía está el balneario La Perla.

Llegado este punto, tengo que decir que finalmente no hicimos uso del circuito de Spa, que decidimos reservar para este verano, cuando haga mejor tiempo y no dé tanta pereza meterse en el agua, aunque sea en un balneario. Lo que sí degustamos fue la cena, y todo fue de maravilla. Al lugar maravilloso con unas vistas de lujo y un trato exquisito se le unió una cocina a la altura. Todo estaba perfecto y salimos muy contentos del restaurante. Este es el menú degustación que nos sirvieron:

Terrina de foie con manzana, caramelo de sidra y pan de frutos secos.
Ensalada de carrilleras de cerdo Ibérico confitadas a las finas hierbas con cerezas.
Atún a la plancha con dulce de cebolla morada y verdura confitada.
Rulo de pechuga de pollo de caserío con crema de polenta y crujiente de maíz
Copa de chocolate, café y baileys.

También estaba incluido un vino de crianza, pero optamos por la sana opción del agua...

A pesar del viento y la lluvia, y del frío que yo personalmente llegué a pasar (eso me ocurre por ir con la cabeza pelada y la chupa de cuero, chulo que es uno, oiga!), me encantó la ciudad, y prometo volver cuando el buen tiempo haga acto de presencia para disfrutar de una visita en condiciones y a fondo.

Donosti es preciosa, es una ciudad con mucha clase y estilo, que se destila por sus cuatro costados. Pero también es, al contrario de lo que pudiera parecer, acogedora y familiar. Uno camina por el Paseo de La Concha como si viviera allí, pasea por sus calles como un donostiarra más, y tiene ese ambiente abierto y cultural de las ciudades con puerto, donde la cultura lleva siglos echando amarras y calando hondo entre su población.

Me encantan esas ciudades abiertas que son un crisol de nacionalidades, y cultura, bien por tradición y trabajo, o bien por ser un destino turístico. En fin, que tengo que volver, hacer una visita en profundidad, conocer a fondo sus entresijos y su gente ( y los bares de pinchos también....), ah!!, y otra cosa, Aupa Reala!!!