Escapada a San Lorenzo del Escorial

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu
Hace un par de domingos decidí visitar, tras años diciéndolo, San Lorenzo del Escorial. Nada como tener coche... Vi muchas cosas chulas y tiré muchas fotos, prácticamente hice la crónica completa en el Instagram (y allí subí bastantes fotos), pero tambien la comparto por aquí, en versión extendida en textos, pero reducida en fotos (he intentado incrustarla y, además de hacer que la entrada cargue de forma lentísima, no hay manera de quitar la traducción..., así que mejor así). Si queréis leerla con todas las fotos, solo tenéis que ir al perfil y leerlas de atrás a adelante ^^. 

Casita del Infante

Lo primero que encontré en mi visita al Escorial es la casita del infante. Básicamente porque aparqué al lado: si quieres estar en una zona más céntrica, hay que pagar. La verdad es que no lo hubiera visitado de no haberlo tenido a tiro de piedra, pero es precioso, aunque no tiene mucha historia, aparte de que lo hizo Juan de Villanueva en 1771 para el disfrute del hijo de Carlos III. También mola por las vistas desde su jardín. Y por las estatuas. No tanto las fuentes, bastante sosas. ¡Ya me gustaría a mí tener una casa de recreo como esa!

El monasterio

La siguiente parada fue la obvia: el famoso monasterio. Como turista inquieta que soy, descubrí curiosidades: el monasterio está dedicado a ese santo porque Felipe II ganó la batalla de san Quintín el día de san Lorenzo. Decidió crearlo como lugar de descanso eterno para él y sus padres, pero poco a poco se convirtió en residencia real, entre otros usos. El primer arquitecto, Juan Bautista de Toledo, murió y continuó Juan de Herrera. 
No llegué a entrar porque había mucho que hacer, pero incluso por fuera es espectacular, ¿a que sí? Ya les valía, porque las obras duraron 22 años. Por eso, los españoles (dato para los que leen el blog desde Sudamérica), cuando algo se alarga, decimos que dura más que la obra del Escorial.

Casa de las Columnas, Real Coliseo, Casa de oficios

Después entré a la oficina de turismo para hacerme con un mapa y exploré el centro. Todo está bastante pegado y, a decir verdad, los edificios son bastante austeros, pero había algunos que molaban, como las casas de oficios, el Real Coliseo o la casa de las columnas...
Tras comprar un poco de pan para el bocata, caminata de vuelta al coche antes de iniciar una nueva ruta de senderismo. En este caso, como estoy falta de forma y no había mucho tiempo por la exploración de la ciudad, tocó cortar (como hace todo el mundo) la ruta de la herrería y las machotas, dando la vuelta en la Silla de Felipe II. La ruta no tiene especial dificultad, está asfaltada y vas por la carretera, pero es empinada a más no poder y acabas rendido. También hay senderos sin asfaltar por los que atajar (si es que los conoces), pero te asedian las moscas y es casi imposible caminar por ellos debido a esto, por no hablar de que no están señalizados y puedes irte en dirección contraria sin darte cuenta.

Silla del rey: ascenso y vistas

En fin, al final llegué arriba y el ascenso mereció la pena, ¡es precioso! No me extraña que el rey pasara tanto tiempo allí, supervisando... Comí con unas vistas espectaculares y repuse fuerzas antes de comenzar el descenso, que se me hizo muy largo porque, al ser de ida y vuelta, no había nada nuevo que ver.
Aun así, debo decir que mereció la pena, aunque tomo nota de que es mejor hacer la ruta de senderismo el sábado... ¡para tener un día para recuperarme antes de volver al trabajo!-------------------------------------------------------------------------------- Follow @DeborahFMu