Escapada de fin de semana

Por Mteresatrilla

Dejamos atrás Brunei para pisar de nuevo territorio malayo. Después de un corto vuelo de apenas media hora, aterrizamos en el aeropuerto de Kota Kinabalu (KK) la capital y ciudad más grande del Estado de Sabah, al norte de la isla de Borneo. Es una ciudad donde orientarse no resulta difícil, y es alrededor de la calle Julan Tun Razak, paralela al muelle, donde se concentra la mayor actividad. A pesar de que a KK no se le reconocen demasiados atractivos, tiene el privilegio de encontrarse a tan sólo 83 kilómetros del Monte Kinabalu, que con sus 4.095 metros de altitud es la montaña más alta del Sudeste Asiático, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO junto con el Parque Nacional de Kinabalu, del que forma parte. El ascenso no es fácil para quienes no están preparados físicamente, como es nuestro caso, y por ello descartamos la idea de desplazarnos hasta allí.


La palabra 'Kinabalu', proviene de Aki Nabalu que en malayo significa 'el lugar sagrado donde moran los muertos'. Ese es el nombre con el que se bautizó a la antigua Jesselton, arrasada dos veces durante la II Guerra Mundial.  Estuvimos en KK únicamente dos noches y la utilizamos como ciudad de paso camino a Sandakan, Sepilok y posteriormente a la zona del río Kinabatangan y la verdad es que no le dedicamos demasiados esfuerzos. No tiene bellos edificios coloniales como Kuching, ni el encanto de ésta pero es una ciudad donde aparentemente se vive bien y el ambiente está garantizado. Hay infinidad de restaurantes y puestos de comida callejera cerca del muelle, en el llamado waterfront donde se ofrece pescado y marisco a buen precio, aunque sumergirse en la espesa humareda que se origina en las parrillas puede resultar algo incómodo.

 

En el callejón Beach Street se respiran unos aires muy diferentes; los restaurantes y cafeterías se suceden uno al lado de otro y comparten la calle como espacio común donde se pueden escuchar grupos de música en vivo que animan la velada. Otro de los lugares ampliamente recomendado por la mayoría de viajeros hartos de fideos y arroz, es el restaurante Little Italy. Pero no sólo los extranjeros acuden al restaurante italiano sino que, como pudimos comprobar por las largas colas que se forman, a los malasios también les va la pizza & pasta. Definitivamente, en KK se vive bien, la gente sale y se divierte … ésta es la sensación que nos llevamos de la capital de Sabah durante el poco tiempo que allí estuvimos. Pero no abandonaríamos Sabah sin ver el Monte Kinabalu. Una semana más tarde cuando regresamos del río Kinabatangan, volamos de nuevo a KK para enlazar con el vuelo a Singapur. A pesar de que una neblina acostumbra a cubrir la cima, los dioses estaban de nuestra parte y durante el vuelo de Sandakan a Kota Kinabalu pudimos contemplar la majestuosidad de la montaña sagrada, esa gran masa granítica asomando por encima de la espesa vegetación selvática.

¡Impresionante!

De nuevo en Kota Kinabalu disponíamos tan sólo de cuatro horas antes de embarcar destino a Singapur… una eternidad si las teníamos que malgastar en el aeropuerto. Así que, dejamos el equipaje en consigna por el módico precio de 5RM por paquete y nos aventuramos a conocer alguna cosa más de KK. Cogimos un taxi con destino al Museo de Sabah, un enorme complejo cuya recomendable visita nos ocuparía todo el tiempo del que disponíamos. Es un museo muy completo que recoge variada información sobre el Estado de Sabah, especialmente sobre las distintas etnias que lo habitan, trajes tradicionales, monedas, cerámicas, antigüedades y otros objetos repartidos en dos plantas. Una sección especial llamada túnel del tiempo, recoge las huellas de la Historia de Sabah pasando por la época colonial, por la II Guerra Mundial hasta su independencia y adhesión en 1963 a la Federación de Malasia. En el hall de entrada se exhibe el enorme esqueleto de ballena que se encalló en la cercana isla Pulau Gaya hace algunos años y que está registrado incluso en el libro Guiness de los Récords.  Una de las zonas más amenas es la llamada Aldea Patrimonial situada en unos grandes jardines a los que se accede cruzando un lago lleno de nenúfares (y también de mosquitos) sobre un puente colgante. Sin ser tan turística como la Aldea Cultural de Sarawak, sigue su mismo estilo: Diferentes modelos de viviendas tribales, como casas de bambú kazadan, una granja china, una casa típica de Brunei, algunas longhouses, cabañas donde se procesaba la caña de azúcar o la resina… un lugar realmente entretenido para dedicarle unas horas.


 


 



  

Una de las excursiones más solicitadas desde Kota Kinabalu, tanto por turistas como por locales es la visita a las islas del Parque Nacional Tunku Abdul Rahman (TAR). El Parque está formado por cinco islas: Manukan, Gaya, Sapi, Mamutik y Sulug y los arrecifes que las separan, en un total de 49 km2. La cercanía a la ciudad hace que sea un buen lugar para ir a pasar el día, por lo que se aconseja evitar el fin de semana si a uno le gusta la tranquilidad.





A pesar de este sabio, era sábado el día que visitamos el Parque Nacional. Varios grupos de amigos, familias con niños y algunos turistas, habíamos tenido la misma idea para aquel caluroso sábado del mes de julio. Dejándonos aconsejar por la recepcionista del hotel, nos decidimos por las dos islas más pequeñas: Pulau Sapi y Pulau Mamutik. Según nos comentó, Pulau Manukan es la más frecuentada al ser la que ofrece una gama más amplia de servicios. Llegar hasta las islas es muy fácil y está todo bien organizado y montado de cara al turismo. Se accede a cualquiera de ellas en lanchas que parten de la terminal de ferries de Jefreys point. En el edificio de la terminal se compra el ticket para visitar las islas de interés y se pagan también las correspondientes tasas. Allí mismo se puede alquilar el equipo de snorkel.


En menos de 15 minutos ya nos encontrábamos en Pulau Sapi, una pequeña isla de tan sólo 0.1km2. Al llegar, pagamos los 10RM por persona por la conservación de los Parques Nacionales (6RM para menores de 18 años) que autorizan el acceso al resto de islas. Es la hermana pequeña de Pulau Gaya a la que se puede llegar caminando cuando baja la marea. Tiene un pequeño restaurante y la posibilidad de realizar bastantes actividades. Después de aposentarnos, nos lanzamos al snorkel sin demasiado éxito. Sus transparentes aguas mostraban un fondo coralino muy deteriorado. Me decepcionó encontrar bastante suciedad, latas vacías, trozos de botellas rotas … una verdadera lástima. En la pequeña playita cerca del embarcadero es donde se queda la mayoría de la gente pero el resto de la isla está prácticamente desierta y merece la pena alejarse un poco para gozar de más tranquilidad.






A las 12 quedamos con el chico de la lancha que nos pasaría a recoger por Pulau Sapi para llevarnos a Pulau Mamutik, que con tan sólo 6 hectáreas es la isla más pequeña de las cinco; una vuelta alrededor de la isla no lleva más de 20 minutos.A pesar de su escaso tamaño, también dispone de algunos servicios. Tiene bonitas playas y según dicen, los mejores arrecifes de coral de la orilla oriental. Era la segunda vez que practicábamos snorkel, la primera fue en Belice y es como comparar un huevo a una castaña, pero en Pulau Mamutik la experiencia resultó mucho mejor que en Pulau Sapi. Otro aliciente era poder ver alguno de los enormes aunque inofensivos varanos que habitan la isla. No fue difícil encontrarnos con ellos ya que se acercan a la playa para buscar restos de comida en los contenedores. Estos grandes reptiles que pueden alcanzar hasta los 3 metros se caracterizan por tener una gran mandíbula y una larga lengua que, como las serpientes la utilizan como medio olfativo para buscar a sus presas o detectar peligros. Se alimentan de insectos e invertebrados pero su insaciable apetito les obliga a comer cualquier cosa. En realidad, varano es el nombre común que se da a ese género de lagartos que comprende 30 especies diferentes, siendo el dragón de Comodo  el lagarto más grande del mundo.





Una inesperada lluvia de media tarde puso fin a nuestro día de playa en el Parque Nacional Tunku Abdul Rahman.