Después de recorrer Kansai, la segunda etapa del viaje por Japón nos llevó hasta Hiroshima, en la región de Chūgoku al oeste de la isla de Honshū. Fue un trayecto que hicimos en tren con el billete 18 Kippu, disponible no sólo para extranjeros con visado de turista (como el Japan Rail Pass) sino para cualquiera, aunque únicamente durante la temporada de vacaciones escolares en primavera, verano y otoño. Este billete permite montar en trenes locales y rápidos de la compañía JR de forma ilimitada durante un día por solo ¥2,300, aunque quedan excluidos el tren express limitado y el tren bala (Shinkansen). Es por ello que los tiempos de travesía se alargan más de la cuenta y al final terminamos tardando seis horas para una trayecto que en Shinkansen se cubre en hora y media. Así es la vida del estudiante, sin dinero pero con todo el tiempo del mundo en vacaciones.
En Hiroshima nos centramos en visitar el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima. Como todos sabemos, la Historia de la ciudad de Hiroshima está trágicamente ligada al primer bombardeo atómico de la Historia, que ocurrió el seis de agosto de 1945 y marcó el final de la Segunda Guerra Mundial. Este acto bélico, cuyo objetivo fue la rendición incondicional de Japón, produjo la muerte de alrededor de 120.000 japoneses e inmigrantes coreanos y la destrucción total de la ciudad. El Parque Memorial se construyó por tanto para que el mayor crimen de guerra jamás cometido no cayera nunca en el olvido.
Pero lejos de permanecer como un lugar depresivo, Hiroshima se recuperó gracias al espíritu de los habitantes que sobrevivieron y hoy en día es una de las iudades más grandes de Japón con un importante mensaje de paz que transmitir al mundo entero.
El monumento más importante del Parque Memorial de la Paz de Hiroshima es este edificio que veis en ruinas, llamado Cúpula Genbaku o Cúpula de la Bomba Atómica. Estaba situado a 150 metros del hipocentro de la explosión y fue una de las pocas estructuras que quedaron en pie.
A pesar de los recelos de algunos ciudadanos, se decidió que el edificio debía ser preservado exactamente como se encontraba después del bombardeo y servir como ejemplo de la devastación que puede provocar una bomba atómica y como símbolo de esperanza en la paz mundial y la eliminación de todas las armas nucleares. Fue catalogado Patrimonio de la Humanidad en 1996 con la objeción de EEUU y China.
El hipocentro, el lugar donde la bomba explotó aproximadamente a 600 metros de altura del suelo, iba a ser originalmente el puente Aioi, en forma de T, que hay junto a la Cúpula de la Bomba Atómica, pero debido a los vientos laterales falló el blanco detonando justo encima de la clínica de Shima.
En la actualidad se puede encontrar una placa que señala el punto exacto de la explosión.
Uno de los monumentos más conmovedores del Parque Memorial es la Estatua de los Niños de la Bomba Atómica, en memoria de los niños que murieron víctimas de la bomba atómica.
El monumento fue erigido en honor de Sadako Sasaki, una niña japonesa que con dos años de edad consiguió sobrevivir al bombardeo. En principio, Sadako no se vio afectada físicamente por la radiación de la bomba y a los nueve años de edad era una niña fuerte, atlética y con mucha energía. Sin embargo, un día mientras corría una carrera, empezó a sentirse mal y cayó al suelo. Le diagnosticaron leucemia, una enfermedad derivada de la exposición a la radiación nuclear.
Su mejor amiga le recordó entonces una vieja tradición de Japón que cuenta que quien realiza mil grullas de papel (origami) recibe un deseo de los dioses. Sadako tenía muchas ganas de vivir, así que comenzó a doblar grullas de papel con la esperanza de alcanzar las 1.000 y que los dioses le concedieran el deseo de volver a correr de nuevo. El avance de su enfermedad impidió que acabase la tarea. Murió el 25 de octubre de 1955 a los doce años de edad. Había llegado a completar 644 grullas de papel.
Sus compañeros de escuela completaron el número de grullas restantes hasta las 1.000 y las enterraron junto a ella. Pensaron también en dedicarle un monumento que representara a Sadako sosteniendo una grulla en sus manos, dedicada a todos los niños que murieron a causa de las dos bombas atómicas. En 1958 la estatua fue construída en el Parque de la Paz de Hiroshima. En la base está escrito 'Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: paz en el mundo'. Cada día, llegan al monumento ofrendas de nuevas grullas realizadas por escolares de todo el mundo en favor de la paz. Realmente conmovedor.
Después de ver el monumento a Sadako, seguimos por el centro del Parque Memorial a lo largo del eje que comienza en la Cúpula de la Bomba Atómica y termina en el Museo de la Paz.
En este eje se encuentra la Llama de la Paz, una llama que permanecerá iluminada hasta que la última bomba atómica de la Tierra sea destruida. Actualmente hay ocho países en posesión de armas nucleares: EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistan y Corea del Norte. En sus manos está que la llama se apague algún día.
Cerca de aquí se realiza cada año una Declaración de Paz por parte del alcalde de la ciudad coincidiendo con el aniversario del lanzamiento de la bomba atómica. La figura del alcalde de Hiroshima ha sido tradicionalmente un símbolo en contra del uso de la energía nuclear con fines armamentísticos. Cada vez que EEUU o cualquier otro país lleva a cabo una prueba nuclear, el alcalde de Hiroshima envía una carta de protesta al presidente del país correspondiente recordando el ataque que sufrió su ciudad en 1945 y manifestando su indignación por el desprecio hacia los sentimientos de los supervivientes del bombardeo atómico, los hikabusha. Todas esas cartas pueden verse expuestas en el Museo de la Paz. Para nuestra sorpresa, en lo que va de año 2011 el alcalde de Hiroshima ya ha remitido varias cartas al presidente Barack Obama.
A continuación se encuentra el Cenotafio, un monumento funerario que contiene los nombres de las víctimas de la bomba atómica, ya fuera por la explosión o por las consecuencias de la radiación posterior. El arco de cemento representa un refugio para las almas de los muertos.
Al final del eje se encuentra el Museo de la Paz de Hiroshima. El museo reúne objetos encontrados después de que la ciudad fuera destruida y muestran los horrores de la explosión atómica. También contiene narraciones de las experiencias vividas por algunas víctimas que sobrevivieron, algunas bastante sobrecogedoras. El museo es bastante informativo, cuenta con detalle los acontecimientos previos, inmediatos y posteriores al lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima el seis de agosto, y lo hace de forma crítica, hablando incluso del papel que desempeñó el militarismo japonés y la ciudad de Hiroshima como uno de los motores de la industria armamentística de Japón durante la guerra. Por último, hace un llamamiento a la paz mundial y muestra información sobre las armas atómicas en el mundo con la esperanza de que estas no proliferen y además vayan desapareciendo con el tiempo.
Al salir del museo es normal que a uno se le quede mal cuerpo, pero ese es quizás el objetivo de la visita: concienciar a los visitantes (más de un millón al año) de que los acontecimientos que tuvieron lugar en Hiroshima no deberían volver a repetirse jamás en la historia por las terribles consecuencias que tuvieron para miles de seres humanos. Dicen que la Historia debe conocerse para no repetir los errores del pasado.
Sin lugar a dudas la visita a Hiroshima deja una profunda huella y es necesario venir dispuesto a compartir el sufrimiento que vivieron sus ciudadanos y a recordar de lo que somos capaces los seres humanos, de lo mejor y de lo peor.