Escapada de la semana

Por Ireneu @ireneuc

Las Islas Formigues

La costa catalana, si bien destaca por su especial belleza sobre todo en la Costa Brava, no destaca especialmente por la existencia de un gran número de islas, sino más bien al contrario. A pesar de esta regla general, haberlas haylas como las meigas, e incluso llegan a formar algún archipiélago, como el reconocido archipiélago de las islas Medes, frente a las costas de L'Estartit, pero no es el único. Un pequeño y prácticamente desconocido grupo de islas se encuentra un kilómetro mar adentro frente a las costas de Palamós, de tal trascendencia que, incluso, ha habido batallas navales. Estoy hablando del archipiélago de las islas Formigues.

Distancia desde la costa

Las islas Formigues es un archipiélago formado por 16 islotes de pequeño tamaño (de aquí su nombre, Formigues = Hormigas), que sobresalen unos pocos metros por encima de la superficie del agua en momentos de mar en calma, pero que son totalmente cubiertos por éste con temporal marítimo. El conjunto de islotes tiene una superficie emergida de poco más de 3000 m2  y  el mayor es el llamado Formiga Gran, donde se dispone un faro para indicar su ubicación a la navegación.

Formiga Gran y su faro

El archipiélago está formado por la parte superior de un promontorio granítico que se levanta desde el fondo marino que se encuentra a una profundidad de entre 9 y 45 metros, creando una zona de especial peligro para la navegación, ya que hay una gran cantidad de escollos someros. De hecho, esta zona es conocida por haber sido foco de naufragios desde antiguo, con numerosos restos de época moderna, llegando a encontrarse restos de barcos romanos de época republicana en sus profundidades. Más recientemente, el 28 de noviembre de 1964, el butanero Newton de 1800 toneladas embarrancó en las Formigues debido a la espesa niebla reinante, y si bien pudo liberarse por sus propios medios, el accidente le produjo un par de vías de agua que le obligó a recalar en el puerto de Barcelona para su reparación. Lo más gracioso del caso es que había sido botado en febrero de aquel mismo año, y era su segundo viaje.

Roger de Lauria

A parte de esta peligrosidad para el tráfico naval, las islas Formigues son también conocidas por haber tenido lugar una trascendente batalla, la cual significó el encumbramiento de la Corona de Aragón como potencia marítima del Mediterráneo durante el medievo.
En 1284, el rey francés Felipe III el Atrevido decidió invadir Catalunya con su ejército ya que su primo Carlos I de Anjou aspiraba, como Pedro II el Grande -rey de la corona catalano-aragonesa-, el trono de Sicilia y, evidentemente, la familia tiraba mucho. El papado, que tenia cadencia hacia el rey francés, decretó la operación como "Cruzada", por lo que Felipe III , habida cuenta el apoyo de Dios a su guerra -vía el Vaticano, claro está-, invadió el norte de Catalunya.

Placa conmemorativa de la batalla

Pedro II no estaba para muchas tonterías, y se dio cuenta que las lineas de suministro francesas se sustentaban por el tráfico marítimo. Ni corto ni perezoso, envió 40 galeras de guerra al mando del almirante Roger de Lauria (Roger de Llúria para los catalanes), que se encontró con las 30-35 galeras de los franceses y genoveses que participaban como aliados en las cercanías de las islas Formigues. Atacando de noche, y haciendo creer a los franceses que la flota aragonesa era el doble que la suya gracias a encender dos hogueras en cada galera, Roger de Lauria le dio la del pulpo a la flota de Felipe III, cortando los suministros a los invasores y aniquilando su flota. De esta forma, las tropas francesas se tuvieron que retirar y la corona catalano-aragonesa quedaba como potencia naval predominante en el Mediterráneo durante los siguientes dos siglos.

Vista desde el mar

Las islas Formigues, en la actualidad, son un valorado espacio ecológico submarino que está en proyecto ser convertido en reserva marina. La existencia de diversas cuevas submarinas y zonas con abundante vegetación, la convierten en un lugar privilegiado para la vida acuática donde, hasta no hace mucho, se recolectaba coral rojo mediterráneo. Por su parte, en la parte emergida, debido a su baja altura, no existe vegetación aérea ya que en momentos de temporal, las islas se ven cubiertas por las olas; no obstante esta circunstancia, la zona es una zona de excelente recalada para aves marinas, tales como gaviotas o cormoranes, si bien, debido justamente a esta baja altura, las Formigues no son utilizadas como zona de anidamiento habitual.

Belleza a 1 km mar adentro

A pesar de ser estar en las cercanías de zona muy turística, el entorno submarino de las islas Formigues no tiene todavía ninguna figura de protección jurídica, provocando que la pesca en sus aguas no esté regulada de ningún tipo. Debido a esta desprotección, sus ricos fondos son objeto de una gran explotación pesquera, ya sea comercial o deportiva, lo cual las hace especialmente vulnerables. Esperemos que este pequeño paraíso para los buceadores merezca, a no mucho tardar, la provisión presupuestaria que haga factible la pervivencia definitiva del archipiélago más pequeño y desconocido de la Costa Brava.

El más pequeño y desconocido archipiélago de la Costa Brava


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