Nuestro viaje en Portugal comenzó en el Algarve, región del sur de Portugal famosa por sus playas y litorales rocosos. De aquí partieron grandes descubridores portugueses en el siglo XV en busca de un nuevo mundo. Sin embargo, no hace falta irse a lejanos paraísos cuando aquí mismo hay uno tan espectacular para disfrutar. Las playas del Algarve son de fina arena blanca y sus aguas de un intenso tono azul invitan a bañarse en ellas. Para los que prefieran un poco más de actividad y no estar sólo en la playa, hay varios senderos que recorren la costa con impresionantes vistas panorámicas. Por último, se pueden visitar varios de sus pueblos con arquitectura tradicional y vestigios del pasado árabe. El patrimonio cultural y gastronómico de esta zona de Portugal tampoco tiene desperdicio. Espero que a través de nuestro viaje sea capaz de dároslo a conocer un poco más.
Viajamos allí desde Sevilla, donde habíamos pasado dos días antes de adentrarnos en tierras portuguesas. Fue una buena forma de dividir nuestro viaje, de lo contrario habría sido demasiado largo desde Salamanca, donde vivía entonces. En Sevilla cogimos un autobús a Faro, un viaje que no nos llevó mucho tiempo, creo que unas 3 horas. Hacía un día estupendo de primavera y el sol brillaba con intensidad. El camino hasta Faro fue agradable y nuestra emoción iba en aumento al cruzar la frontera. Ya estábamos en el país vecino, dispuestos a explorar todo lo que tenía que ofrecernos.
Faro es la capital del Algarve desde 1756 y puerta principal de esta región. Al llegar nuestra misión principal era encontrar alojamiento. Preguntamos en varias pensiones pero no hubo mucha suerte. Las de mejor precio ya estaban llenas, y las que aún tenían habitaciones disponibles eran bastante caras. Ya era casi la hora de la comida así que nos fuimos a comer con nuestro equipaje a un lugar de comida rápida. Después caminamos hasta un albergue que nos recomendaron pero que quedaba un poco retirado. Por el camino se puso a llover y encima cuando llegamos no había sitio. Desesperados volvimos al centro y no recuerdo muy bien cómo pero alguien nos informó de una pensión con habitaciones disponibles a buen precio. Fuimos allí y nos ofrecieron una habitación doble barata que no estaba mal. No entendíamos cómo no nos enteramos antes de este lugar, la de vueltas que tuvimos que dar para llegar a él.
Al día siguiente estuvimos visitando algunas de las atracciones turísticas de Faro como su casco histórico al que se accede a través del Arco de Vila. Allí está la Puerta Árabe del siglo XI, el arco de cerradura más antiguo de Portugal y que era una puerta de entrada por mar. Es un gusto recorrer las callejuelas de la ciudad con muchos rincones llenos de encanto. En el Museo Municipal pudimos ver restos arqueológicos que se han encontrado en la ciudad. Este museo está en el Convento de Nuestra Señora Asunción, construido en el siglo XVI. Por último visitamos la Catedral, del año 1251, que se construyó en un lugar donde antes había una mezquita.
La siguiente etapa de nuestro viaje nos llevó a Lagos, famoso porque desde allí se puede llegar a algunas de las mejores playas del Algarve. Hace 2000 años sus habitantes eran de origen celta y llamaron a este lugar Lacobriga. Después vinieron fenicios, griegos, cartagineses y romanos. En el S. X los árabes construyeron murallas a su alrededor y la llamaron Zawaia. En el S. XIII llegó la reconquista cristiana y el S. XV la época de los descubrimientos. Por su proximidad a África fue un lugar de comercio de diversos productos exóticos, marfil, oro y plata procedentes de las colonias portuguesas en ese continente. También allí se instaló un mercado de esclavos.
Entre el patrimonio histórico para visitar está la Igreja de Santo António y el Museo Municipal. También están las nuevas murallas del S. XVI que se construyeron al expandirse la ciudad desde 1572. El terremoto de 1755 no consiguió destruir todo el patrimonio afortunadamente. Desde el paseo marítimo Avenida dos Descubrentos se pueden ver los restos de los muros que protegían de los ataques piratas del S. XVII, como el Forte Ponta da Bandeira.
Y cómo no, ahora toca hablar de las famosas playas. Una de ellas es la Praia do Pinhão a la que se puede llegar por el paseo marítimo hacia Sagres. Un poco más adelante está la Praia de Dona Ana, y más adelante todavía está la Praia do Camilo. Otras playas cercanas son Porto do Mós y Meia Praia. Nosotros estuvimos en casi todas estas playas.
También hicimos un recorrido en barca muy recomendable que te lleva a ver las formaciones rocosas calizas del Cretácico y algunas cuevas de la Ponta da Piedade, además de pasar por preciosas playas y bahías.
La última excursión que hicimos fue Sagres, famoso por su proximidad al Cabo de San Vicente, lugar que los portugueses consideraban el fin del mundo. Entre sus atractivos turísticos está la Fortaleza de Enrique el Navegante, donde hay un gigante reloj solar (Rosa dos Ventos). Además de visitar la fortaleza, también caminamos al Cabo de San Vicente, a tan sólo 3 km de distancia de Sagres. Preciosas vistas de acantilados y costas de dramática belleza.
Desde luego que esta excursión fue una buena forma de terminar nuestra etapa en el Algarve, antes de continuar rumbo a Lisboa, de la que os contaré en un próximo post. Espero que tras leer el comienzo de nuestro viaje en Portugal te animes a conocer este precioso país que tenemos al lado, tan desconocido para muchos pero lleno de rincones mágicos.