Por Gloria Analco*
Los hermanos Fidel y Raúl Castro han llenado de dignidad al Continente Americano. Nunca dieron un paso atrás en sus afanes por salvaguardar los intereses del pueblo.
El nivel de enseñanza es el más alto de América Latina. En 2004, por ejemplo, llamó la atención un artículo en The New York Times, firmado por Christopher Marquis, titulado: Cuba lidera en Latinoamérica en educación primaria. “El desempeño de los niños cubanos en tercer y cuarto grado en Matemáticas y Lenguaje fue tan dramáticamente superior, comparado con el resto de las demás naciones, que la agencia (Unesco) de las Naciones Unidas que administraba este examen, regresó a Cuba y examinó a los niños de nuevo”, relató Marquis. Lo que más le llamó la atención fue que alumnos cubanos de todos los estratos obtuvieron resultados que casi duplicaron los de los países que más se les acercaron de escuelas privada, no públicas.
Durante mi estancia en La Habana, de siete años, encontré que era común que los cubanos hablaran dos idiomas. Además del español, quien no hablaba inglés hablaba alemán, ruso, italiano y hasta chino.
En varios sitios de la isla entré a bohíos, casas rústicas hechas con cañas y pajas, y suponía que ahí encontraría miseria. Recibí una gran lección de vida cuando ingresé a esos hogares. Sin excepción, todos estaban lustrosamente limpios y muy bien organizados con su sala, comedor, dormitorios, donde no faltaba ni sobraba nada, y a la vista podían verse, en fila, vasos con igual número de cepillos de dientes que sus habitantes. Las mujeres vestían a la moda y reflejaban, por su actitud y amabilidad, que estaban contentos con su estilo de vida. Detrás de los bohíos tenían aves y cerdos, en condiciones que no expedían algún olor desagradable. En algunos casos, sus hijos mayores estudiaban en la universidad o ya se habían graduado…
Supongamos que Estados Unidos hubiera hecho fracasar la Revolución, allá por los años sesenta o setenta, como eran sus deseos, ¿cuál sería hoy en día la estampa del pueblo cubano? En medio de rascacielos, grandes tiendas de almacenes y supermercados, y avenidas bien asfaltadas, mucha gente del pueblo estaría muriéndose de hambre y pidiendo limosna.
Por suerte no, el pueblo cubano está de pie.
*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de Cuba coraje
FOTO Alberto Ortíz, Argentina