Escenas de la vida conyugal

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Aún están a tiempo de ir al Olympia a ver “Escenas de la vida conyugal”. Una obra indispensable, profunda y cómica, a ratos, de la vida en pareja. Si no la han visto y tienen intención, les recomienda que paren aquí. Esta columna, contiene spoiler.

Acudió con su mejor amiga sin conocer demasiado de la obra, animada por el cartel de Ricardo Darín. Por el título, sabía que de la palabra “matrimonio” no se podría desprender nada bueno, que sería un drama con todas las letras. No se equivocaba.

La obra muestra escenas sueltas, de la vida conyugal, a lo largo de 15 años de matrimonio. Escenas triviales, ridículas por divertidas, otras duras y devastadoras. Lugares comunes como el amor por encima de todo, la escasez de tiempo ergo de sexo, la carga de trabajo asfixiante que no deja sitio para nada más, los compromisos adquiridos, los conflictos con hijos y padres. Y por último, el tópico de los tópicos: la amante. La pena, la rabia. La ruptura. La culpa. Y de nuevo el amor, siempre el amor.

Ricardo Darín y Érica Rivas

Salieron del teatro vapuleadas por la realidad. Es increíble cómo cada una de las personas con las que la ha comentado –compañeras de trabajo, de la escuela de lenguas- se han identificado con alguna escena o con todas ellas. Un compañero de inglés le comentó: “Es mi vida. Tal cual. Tal cual”. No sabía si con o sin la escena peliaguda que detona el divorcio, así que se dedicó a mirar con interés y asentir.

Sea como fuere, lo que más le impresionó es que el texto de Bergman data de 1973. Primero fue una serie sueca que se convirtió en película. Después, una pieza inmortal. 42 años después de estrenarse en Suecia la obra continúa funcionando como entonces porque seguimos arrastrando los mismos complejos, frustraciones y anhelos que nuestros padres.