No quiero contar cuántas manías tengo, pero si quiero huir de ellas y para ello lo primero es reconocerlas, identificarlas y por último reconducirlas.
El temor a mis inseguridades me impulsa a aferrarme a hábitos rígidos: la hora de comer, la de leer, la de pasear u otras tareas en las que la rigidez que me impongo me impiden disfrutar de ellas.
He vivido sólo muchos años y seguro he adoptado y elaborando mi propio espacio vital plagado de costumbres, usos y hábitos en los cuáles me he sentido cómodo y con esa sensación de control que obviamente me daba seguridad.
Pero en mi Camino de Vida como en la tuya todo cambia y compartir con otra persona mis cosas me ha obligado a un gran esfuerzo de convivencia y a un replanteamiento muy serio de mis manías para el bien de la convivencia con mi pareja.
Existen muchos tipos de personas, y eso deriva en una cascada diría que infinita de una hipotética clasificación de algunas manías; pero quizá, destacaría la imposición exagerada del orden, la limpieza, los escrúpulos, la necesidad de seguridad y el perfeccionismo cómo algunas de las más importantes no sólo mías sino en general de todas las personas.
Me preocupo cuando irrumpen una y otra vez en mi actividad mental y en mi vida de forma estereotipada, desagradable y se repiten sin tener utilidad alguna; cuando lo que me pasa es absurdo, pero no lo puedo evitar y ello es una fuente de angustia o de incapacidad.
Los maniáticos, espero no ser uno de ellos, creo son personas muy inseguras personalmente, que se preocupan excesivamente por detalles, reglas, listas, orden, organización, horarios, etc. Muy perfeccionistas, hasta el punto de interferir la actividad práctica, rectos, rígidos en exceso, algo pedantes, con dificultades para expresar emociones, obstinados con tendencia a que los demás se sometan a sus rutinas o manías y resistentes a que los demás hagan lo que consideren oportuno…
Deplorable manía, cuando ocurre algo, querer saber qué es.
Samuel Beckett
En este momento pues de mi Camino de Vida, estoy con la firme intención de soltar lastre para seguir en la búsqueda activa de esa placentera “Felicidad”, por ello mis manías pesan demasiado y libremente decido prescindir de ellas, consciente de que su imposición no me hacen mejor, si no que al contrario me hacen intolerante y peor persona de lo que pretendo ser.