Estoy cerca, eso creo, de que alguien me resuelva un problema con un potente disco duro externo que no se habla con mi Mac y que, tras intentar por todos los medios que hubiese un mínimo de contacto entre ambos aparatos, ahora me tengo que tragar que el susodicho ha quedado pallá y tampoco se habla con un PC. Ese dolor de cabeza me ha hecho reflexionar, otra vez, sobre lo esclavos que somos de la tecnología, lo catetos que somos soportando tanto formato, tanta megaplataforma y tanto protocolo informático forever and never. Mientras nos rompemos la cabeza y el tiempo libre para que las cosas funcionen mínimamente, en pleno siglo XXI dos señores --que curiosamente se apellidan Puertas y Trabajos-- se han hecho multimillonarios a costa de unir sus horrorosos apellidos. Para entendernos, se están forrando poniendo muchas puertas a nuestros trabajos. Tal cual.
La cara de tontos acelerados no nos la quita nadie.
[Post escrito a golpe de iPhone. Sí, sí, se puede]