Escocia: Destilería Glenfiddich- Elgin- Fort George- Chanorny Point

Por Tienesplaneshoy @Tienesplaneshoy



Amanecer cada día en un sitio al principio desconcierta, luego lo haces de forma autómata y dejas que sea la ducha (tras entender su funcionamiento) la que te oriente en dónde te encuentras. Estos viajes te hacen desconectar de todo, estás casi incomunicado y tus máximas preocupaciones se resumen en que te entiendan, entender, y llegar a los lugares. El resto, sorpresas y felicidad…
Como decíamos en el capítulo anterior, el desayuno del Avalon (en Inverness) es el mejor de todos los que hemos disfrutado. La verdad que al anfitrión nos costaba entenderle un poco, pero de nuevo tan sonriente, solo te entran ganas de decirle a todo que sí… así que acabas como el Kiko una vez más.
Con esta parte del viaje tuvimos serias dudas en cuanto a planificación y, posteriormente nos dimos cuenta de que lo podíamos a ver hecho un poco mejor en cuanto a trayectos, pero tampoco estuvo mal.
El itinerario de esta jornada es el siguiente: Ubicación en Google Maps
Visitar Escocia incluye el Lago Ness, sus castillos, sus pubs, ver algunos kilt, tener una foto con la vaca de las Highlands (fracaso), avistar algún delfín o foca (hasta ese día fracaso) y, por supuesto, visitar alguna destilería del famoso whisky escocés.

Nosotros elegimos un clásico, la visita a la destileria de Glenffidich. Salimos temprano, desde Inverness hasta la misma, recorres la milla de oro de las destilerias, vas dejando una a una a los lados. De hecho, al bajar las ventanillas el aroma es diferente.
Llegamos justo a tiempo para la primera visita. De introducción, un video que con cascos se puede escuchar en el idioma seleccionado y posteriormente comienza la visita guiada. 
Se hacen visitas en español, pero cuando nosotros estamos allí hay un par de grupos que viajan juntos de Cataluña y Valencia, y luego otros visitantes de otras lenguas. A los del viaje organizado les ponen juntos con un guía en español y a nosotros nos ubican con un guía en escocés…
En estos casos si te quieres enterar de algo, y tu vocabulario no es extenso en el mundo del whisky y la destilación, saca tus armas e intenta tener un guía en español. Nuestros vecinos acogieron a estos dos madrileños en su grupo y, gracias a su bondad, pudimos entender algo de cómo el agua se convierte en whisky.
La visita es gratuita e incluye una cata tempranera de tres whiskys 15, 18 y 20 años. Resulta muy interesante y entretenida. (visita y cata)

Spain is different. Así se podría titular esta anécdota que os vamos a contar. Cuando llega el momento de la cata te sientas en mesas de 4-5 personas. De nuevo, fuimos adoptados en este caso por unos catalanes con mucho sentido del humor.
Lo primero que hay que saber allí, Whisky + Ice es totalmente incompatible. No se te ocurra pedir un hielito, porque estás cometiendo un whiskicidio. Como mucho unas gotitas de agua.
Nada más nos sirven el whisky, la cara de la guía es un poema, nos mira aturdida, confusa y nos damos cuenta…. En ese momento con el acento escocés y un español que ya me gustaría a mí hablar así el inglés, nos pregunta porque todos meneamos el vasito haciendo circulitos.

Entonces nos miramos entre nosotros y el 75% de los allí presentes estábamos mareando el whisky de forma circular esperando, supongo, que subieran los efluvios como si de vino se tratara… Lo llevamos dentro…
Risas a parte, en ese momento, salimos con el esófago bien calentito de la destilería y con una grandísima experiencia. Para nosotros es una destilería muy recomendable (sin conocer otras, claro).
Nuestro siguiente destino era Elgin. Incluido en la Explorer Pass se encontraba su catedral. Una catedral de la que quedan algunos restos que transmiten una belleza impresionante. Un ejemplo de la arquitectura del Medievo escocés. Maravillosa.

Fue la segunda catedral más grande de todo Escocia, solo superada por la de St. Andrews. La original fue arrasada por el fuego y posteriormente se reconstruyó una más grande, con 8 capillas. Se trata de un lugar con especial romanticismo, muy especial. El suelo auna un montón de tumbas antiguas y los restos de capiteles, columnas y muros te hacen imaginar lo majestuoso que tuvo que ser el templo.
Para los amantes del arte, de las ruinas y de los sitios especiales es una visita recomendable. Se puede subir a la parte más alta y desde allí obtener una imagen a “vista de pájaro” del lugar.
Al principio de estos relatos os comentábamos que agosto es un mes en el que en Escocia se celebran los juegos tradicionales de las Highlands. Siguiendo el calendario de eventos que te dan con la guía de la Explorer Pass, los juegos iban huyendo de nosotros. Si llegábamos a Skye, el día antes habían estado allí, íbamos a Inverness, el día anterior habían estado en la zona… un corre corre que te pillo en el que nunca teníamos ventaja.
Pero en este día en Fort George (un fuerte de película) se celebraba un evento especial. Fort George es un fuerte que se contruyó tras la famosa batalla de Culloden. Los amantes de todo el tema militar estamos seguros que disfrutaran de la visita. La entrada está incluida en la Explorer Pass. Inicialmente no formaba parte de nuestros planes porque no es un tema que a nosotros nos apasione, pero es que, por fin, dábamos alcance a alguna clásica celebración cerca de dónde estábamos, no lo podíamos desperdiciar.

En agosto, en Fort George se celebraba The Celebration of the Centuries. Eso era un espectáculo. Llegamos casi a la hora de comer (de allí, por supuesto), aviones militares estaban haciendo una exhibición. Todo el patio de armas estaba lleno de Atrezzo, puestos medievales, tiendas de campaña de la I y II Guerra Mundial, cañones, soldados de todas las épocas (entre ellos casacas rojas) que paseaban de lado a lado. Niños y adultos sentados en el suelo siendo espectadores.

Aprovechamos para comer. De nuevo, en modo picnic, sacamos nuestro avituallamiento y comimos rodeados por toda esa multitud de personas mientras veíamos el final de la exhibición aérea.
Luego comenzó una exhibición que no sabemos como denominar… ¿De disparos? Que si los cañones, que si sobre la muralla todos los batallones con las armas típicas de cada época. En Escocia hay bastante seguidores de lo militar (ya os comentaremos el festival más popular celebrado en Edimburgo en estas fechas relacionado con esta temática).

Cuando los oídos estaban ensordecidos, decidimos alejarnos un poco del patio de armas para ver qué más ocurría por ese Fuerte de impresión.
Una construcción totalmente simétrica, por la que circulaban vehículos de guerra, nos llevó justo hasta el otro lado del fuerte. Ahí sonaba la típica música que hemos escuchado en todas las películas, cuando los soldados por la noche iban a tabernas a bailar y divertirse. Y allí estaba la orquesta y las parejas perfectamente caracterizadas.

Allí mismo había una exposición de vehículos, motos y demás de la época.
Estuvimos casi hasta la hora de cierre, vimos como se iba desmontando el tenderete y poco a poco quedándose solitario el inmenso recinto.
En Escocia, en verano, no solo amanece muy temprano, si no que oscurece muy tarde. Esto te permite aprovechar muchísimo los días, es una maravilla.
Sobre las 6 de la tarde, y sabiendo que en Inverness sería más o menos fácil cenar después de las 9, quisimos apostar por algo que no es muy conocido en foros e información turística de Escocia, de hecho, nosotros lo encontramos por casualidad y no teníamos demasiada fe en la información.
Más o menos cerca de Fort George, se encuentra Chanorny Point, habíamos leído en una ocasión que es un punto donde van fotógrafos para intentar capturar con sus objetivos delfines.
Como tampoco teníamos nada que perder, encendimos el GPS y nos fuimos dirección Chanorny Point.
La carretera que lleva hasta allí, unos metros antes del destino va dejando al lado un campo de golf. En Escocia existe una gran tradición por el golf, pero para hablar de ésto lo haremos mejor cuando estemos en St Andrews.
Una vez que aparcamos el vehículo, vimos que Chanorny Point es un punto costero con una gran playa. Un bonito lugar, aparecieran o no delfines, para despedir el día, desde donde se divisaba el fuerte del que veníamos al otro lado del mar.
Vemos al fondo a mucha gente agolpada. Es imposible no pensar que igual hay un delfín, así que aceleramos el paso, caminamos rápido, a ver si nos va a pasar con el tren de vapor en Glenfinnan y lo va a ver todo el mundo menos nosotros.
Se oyen voces y, cuánto más cerca estamos, vemos que hay mucha gente en la orilla, no tan agolpada como parecía desde lejos, y un alto porcentaje son fotógrafos con sus trípodes, sus banquetas y su paciencia.
No tardamos más de 2 minutos en ver el primer delfín. Es una gozada verlos en libertad, porque después del primero viene el segundo, luego vienen 3 más de varios tamaños, después una pareja da un salto en el aire, y ya se nos olvida la frustración de las vacas con flequillo que casi no vimos. No tenemos el objetivo necesario para poder captarlos con claridad, ni siquiera nos llevamos el trípode, así que con la baja luz ya en esas horas se complica más. Pero hicimos lo que pudimos…

Aparecían por un lado, luego por otro, muy cerquita de la orilla. Si os gustan los animales y verlos nadar en libertad, es una experiencia que merece la pena.
Sumergidos en esa felicidad, aquí, el que ahora mismo no escribe, gira la cabeza y se sorprende. El resto de personas están retratando u observando los delfinas que están a nuestra izquierda, pero él se despista, gira la cabeza a la derecha y, emocionado, sin miedos dice en alto señalando con el dedo: ¡Una nutria! así, en castellano, en alto…
La gente no le entiende pero se hace eco del gesto, el dedo, la expresión, y todos nos giramos…
¿Una nutria? ¿En el mar? Entendemos, entendemos que la emoción te lleva a ser irracional y, lo más importante, si eso era una nutria estaba muy bien alimentada… Como imaginareis se trataba de una simpática foca que sacó la cabeza y nos miró a todos. Para que queremos más… ¡¡Una foca!! 
Imaginaos que rato más estupendo pasamos. Nos costaba encontrar el momento para irnos, pero había que hacerlo, no se puede jugar con la comida, y la cena podía peligrar.
Llegamos a Inverness, intentamos ir a un nuevo bar a cenar, pero llegamos tarde… así que repetimos en el pub del día anterior, en el cuál ya era tarde también para cenar y lo único que preparaban era unas cosas a las que llamaban “pizza” y, efectivamente, se parecían a pizzas pero sabían a “NADA”… Pura supervivencia.
Última noche en Inverness… última noche en las Highlands. Pasamos a la cara opuesta de Escocia y en tan solo 48 horas estaríamos llegando a Edimburgo. Pero antes, una noche en Stonehaven y varios lugares más por recorrer.
¿Tienes planes hoy?