Entre ellos, el imbécil que gritaba y escupía odio en la cara de militantes y simpatizantes de Ciudadanos ilustra magníficamente el pacifismo junqueril, ese que practica la no violencia, el no odio, la no hispanofobia, el no supremacismo, la no intolerancia, el no acoso del independentismo catalán.
Los energúmenos que acosaban a la gente de Ciudadanos en Vic no son unos locos, ni unos tarados. Son fruto del nacionalismo etnicista de Jordi Pujol Soley, expresidente corrupto de la Generalidad que amaba a los andaluces («El hombre andaluz es un hombre destruido, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual») y el dinero fácil. Son el resultado de la germinación y posterior desarrollo de las semillas de odio que siguió esparciendo el astuto Artur Mas, a través de la escuela, de los medios de comunicación y de una vasta red clientelar de asociaciones y entidades de todo tipo, extendida por todo el territorio catalán.
El tipejo de Vic es solo una muestra de la escoria humana generada por el nacionalismo catalán
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Los radicales de Vic son la respuesta a las órdenes del prófugo Puigdemont que transmite el racista Torra, a quien corresponden estas palabras: «Miras a tu país [España] y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN». Y a las bestias se las acosa, asedia, ataca y elimina.
El tipejo de Vic es solo una muestra de la escoria humana generada por el nacionalismo catalán que, a diario, alimentan los Partal (Vilaweb), Basté (Rac1), Rahola (TV3), Terribas (Cataluña Radio), Antich (ElNacional.cat), Vera (Ara.cat) o Francesc-Marc Álvaro (La Vanguardia).
Afortunadamente, frente a ese exaltado radical y xenófobo, frente a los acosadores había personas que, lejos de actuar movidos por instintos primitivos, respondieron con serenidad, entereza y sentido común. Qué gran lección.
José Simón Gracia
Fotografía: Crónica Global
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