Duns Escoto nace en la segunda mitad del siglo XIII y muere apenas pasados los umbrales del siglo XIV (1308). Es, pues, un filósofo cuyo pensamiento tiene aún el sello característico de los filósofos del siglo XIII: el sistematismo, es decir, el empeño por construir un sistema filosófico sólido y coherente, capaz de explicar la totalidad de lo real. Su mente, es constructiva. Como Tomás de Aquino, construye un monumental sistema vigoroso y original; como Aquino, se esfuerza por asimilar todos aquellos aspectos del Aristotelismo que le parecen dignos de ser asimilados. El sistema producido por Escoto es, sin embargo, muy distinto del producido por Aquino, a quien critica y contradice a menudo. Una de las raíces de la diferencia existente entre ambos se encuentra en que Escoto es franciscano y como tal, se halla asentado en la tradición agustiniana.
A pesar de hallarse entroncado en la tradición agustitniana, Escoto abandonó algunas tesis del Agustinismo, entre ellas, la doctrina de la Iluminación. El abandono de ésta obedece, sin duda, a la influencia del Aristotelismo que explicaba el conocimiento de las verdades y esencias universales por medio de la abstracción. Escoto admite, siguiendo en lo fundamental a Aristóteles, que el conocimiento de lo universal tiene lugar por medio de un proceso de abstracción a partir del conocimiento de las realidades sensibles, y en esto coincide básicamente con Tomás de Aquino. Sin embargo, se aleja de éste en lo concerniente al conocimiento de las realidades singulares. Para Aquino, el entendimiento no conoce directamente las realidades singulares, individuales. Escoto no comparte esta opinión y afirma que el entendimiento conoce directamente las realidades individuales (este individuo, aquel árbol, etc) por medio de una intuición inmediata confusa. El entendimiento capta, pues, abstractivamente lo universal (y en esto coincide con Aquino), y directamente, intuitivamente lo individual (y en esto discrepa totalmente de Aquino).
A pesar de rechazar algunas tesis características de la corriente agustiniana, Escoto mantiene ciertas afirmaciones fundamentales de la misma, por ejemplo, el pluralismo de las formas y la primacía de la Voluntad sobre el Entendimiento. Esta tesis se basa en un análisis de la voluntad que tendrá una importancia decisiva en el pensamiento del siglo XIV. Para comprender la doctrina de Escoto al respecto, será conveniente recurrir una vez más a una comparación entre éste y Aquino.
Aquino establece que la voluntad se caracteriza por ser una especie de apetito o tendencia: en cuanto potencia natural, la voluntad tiende necesariamente al Bien, a la Felicidad; en cuanto voluntad, tiende libremente a los bienes particulares. Este análisis es rechazado por Escoto. Donde no hay libertad, no hay voluntad en sentido estricto; por tanto, lo que Aquino denomina “voluntad como potencia natural” no es, estrictamente hablando, voluntad. La voluntad se caracteriza por ser libre. La esencia de la voluntad es la libertad y, precisamente por ello, la voluntad es más perfecta que el entendimiento y superior a él. En efecto, el entendimiento no es libre de asentir o no a las verdades que capta; el entendimiento es ciertamente una potencia natural, la voluntad no lo es.
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