Escribir algo inesperado

Publicado el 26 abril 2015 por Escrilia @escrilia

Etiquetas

escenas, escribir, hipopótamo, inesperado, interés

Una historia es más que una serie de eventos que suceden. Las escenas deben ser interesantes, tienen que hacer avanzar la trama y construir la intriga hasta el clímax a la vez cumplir una función de comunicación de un mensaje narrativo. A veces lo que se hace difícil es discriminar si una escena que escribimos ayuda a contar la historia o distrae al lector. Una manera de decidir esto es medir la importancia de la escena en la historia interrogando la propia escena. No al personaje, no al escritor… a la escena.

Podemos decir que las cosas que pasan en una historia tienen algún tipo de influencia en el gran esquema general que estamos tratando de desarrollar. Una chica caminando por una calle rumbo a la escuela, que observa pasar un deportivo rojo (que nunca mencionamos antes) puede ser que tenga alguna resonancia simbólica o metafórica en los temas que trata la historia. Está bien, pero una vez que sabemos eso estamos en condiciones de decidir cuál es la mejor manera de lograr ese efecto (que podría ser esa escena o no). El problema es que muchos lectores no captan mensajes sutiles o indirectos y la escena que nos gustaba tanto queda colgada como algo que pasa sin razón. Una parte de la historia sin un sentido claro.

Si una mujer se prepara para ir a una entrevista de trabajo y suena el teléfono, el que llama es un hombre que intenta venderle algo, pero ella se niega cuelga y va a la entrevista… ¿qué significa eso en la historia? Si hace que la mujer se demore y pierda el transporte entonces tendrá un fuerte impacto. Si el hombre le dice que ella no debe perderse esta oferta limitada que le está vendiendo, ella se irrita, lo insulta de arriba abajo y luego sigue preparándose como si nada (¿me pongo la blusa blanca o la rosa?) eso nos está mostrando cierta faceta de su carácter que puede ser una ventaja o un punto en contra para la entrevista.

Mientras mayor la influencia de la escena sobre el resto de la historia, más fuerte deberá ser la escena. Pero eso no significa hacerla obvia para asegurarse que el lector entienda su importancia. Lo que cuenta es lo que el escritor sabe. Esto nos hará caminar sobre la cuerda floja de contar lo necesario, pero sólo la cantidad de información suficiente para no desvelar ni anticipar eventos.

Es un error pensar que al lector debe explicársele todo al detalle, hay mucha información que es más efectiva si la descubre por su cuenta, sólo con indicios o referencias, aunque la verdadera importancia de ciertas escenas no se descubra hasta pasados varios capítulos.

Cuando todas las escenas de la historia tienen un hilo conductor, más o menos evidente según sea el caso; cuando usted desarrolla estos eventos por separado pero según avanza la historia se unen aportando cada cual su riqueza de sentidos el lector agradece que no queden flecos, escenas descolgadas… interrogantes.

En muchas ocasiones, cuando estamos empantanados y no logramos ver un camino claro hacia el final que queremos, hallaremos que en algún sitio, entre las escenas menores, podría encontrarse la solución que desatasque la historia. Gracias al hecho de que en el fondo todas están interconectadas.

Los hechos sin relación, las acciones inconexas que introduce a la fuerza en la historia pueden ser muy interesantes, tomadas de forma individual, pero no ayudan a construir nada si se mantienen desconectadas. Salvo perplejidad en el lector.

Leer mucho desarrolla nuestra capacidad de comprensión de lo que constituye una buena historia, pero tratar de aprender qué cosa hace a una narración interesante leyendo libros interesantes es muy difícil, porque nos involucramos tanto como lectores que no nos damos cuenta. Hacer estudios, análisis y despieces puede llegar a ser muy tedioso.

Y si nos ponemos en ello, de forma científica, desmenuzando un buen libro, finalmente sabremos qué es lo que hace a ese libro tan interesante, pero no necesariamente lo que podrá hacer a su historia más interesante. Que un hipopótamo aparezca en la página 15 de un buen libro no significa que poner un hipopótamo en su página 15 hará mejorar su propia historia.

La gente cuenta historias todos los días y el bastante fácil discernir entre algo que vale la pena escuchar y algo que es simple conversación intrascendente. Es una habilidad natural que tenemos todos, saber si un evento será interesante para otros. ¿Quiere saber por qué una chica en la oficina se encerró en el cuarto de las fotocopiadoras y se negó a salir hasta que llegó la policía? ¿O quiere saber lo que comí al mediodía? En realidad no sabe ninguna de las dos cosas, pero una es mucho menos usual que la otra y eso atraerá su atención.

Cuando alguien dice algo como: “No creerás lo que ha pasado hoy en la oficina” el evento puede o no ser interesante, pero picaron el anzuelo: algo fuera de lo común ha pasado. Algo inesperado. Esto es lo que da forma a una historia, no una lista informativa.

En una historia de ficción, la estructura subyacente es: Pasan cosas inesperadas.

Mientras las cosas no salen de acuerdo al plan, el lector se mantendrá atento para ver qué es lo que hará el protagonista al respecto. Esto no significa que siempre que un policía de New York que esté visitando a su esposa en el trabajo descubra que el moderno edificio, aún en construcción, ha sido tomado por terroristas internacionales (aunque es un gran inconveniente cuando eso pasa). Las cosas inesperadas que suceden pueden ser más o menos intensas, según el tipo de historia que contamos y los personajes que la viven. Ver cómo  los protagonistas reaccionan a cada situación para la que no estaban preparados es realmente atrapante.

Si a Carmen la dejó su novio para irse a estudiar a otro país, ella está pasándola mal y sus amigos tratan de consolarla, eso es narrativa. Las cosas no salieron como ella las tenía planeadas, pero esta es aún una historia simplona, porque en realidad ella no tenía un verdadero plan y tampoco planea hacer nada al respecto. Ella sólo está teniendo una buena crisis. Pasiva y lacrimógena. Esto puede generar una historia, pero le faltan elementos para ser realmente interesante.

El hecho de que el lector pueda ver todos los aspectos de la situación que se desarrolla y los comprenda, significa que no hay razón para ser obvio ni reiterativo. Este tipo de historias atraerá la atención de gente que se interesa en escenarios emocionales, que producen algún tipo de respuesta física. Como el tan de moda porno ligero de la saga de Grey y sus decenas de imitadores. La historia no necesita ser una narrativa fuerte, ni siquiera excesivamente buena ni original en el planteamiento de la historia de amor subyacente, porque ese no es el propósito de la historia.

Pero si el novio de Carmen la deja para empezar a salir con la madre de Carmen, recién divorciada, y Carmen está triste y molesta por ello, ésa sí es un planteamiento más interesante: Carmen está en medio de todo y deberá hacer algo al respecto.

Él no se fue, desapareciendo del mapa y dejándola lidiar con el espacio vacío, está arriba en el cuarto… con mamá. Las cosas no pueden quedar así y el lector sabe que algo va a pasar, pero no saben qué. Nadie realmente sabe cómo reaccionaría a una situación semejante y, aunque comprenden cabalmente la situación, no tienen una lista de posibles soluciones como con los problemas más comunes.

Para que la historia funcione mejor no solo las cosas no deben salir como esperábamos, debe seguir yendo de forma inesperada. Porque es fácil solucionar un problema simple.

– ¿Sigues aquí? Pensé que ya te habías ido.

– Lo sé, pero perdí mis llaves. ¿Las has visto?

Las opciones son simples y conocidas. Si él no puede encontrar sus llaves deberá organizar las cosas de otra manera. El lector quizás no sabe exactamente cómo seguirá la escena, pero tiene una idea bastante aproximada de las opciones posibles.

– ¿Sigues aquí? Pensé que ya te habías ido.

– Lo sé, pero un hipopótamo se tragó mis llaves. ¿Lo has visto?

El lector realmente no tiene idea de lo que haría en una situación así, entonces el impulso de seguir leyendo será claro. No es que se deba incluir un hipopótamo en cada historia, pero creo que se entiende la idea.

Es importante recordar que la escala del problema planteado no necesariamente tendrá relación con el nivel de interés del lector. Alguien que escapa de un gran incendio, porque sabía cómo actuar en estos casos y salva a otras personas que estaban en el edificio, generará un interés limitado.

Alguien que se queda sin leche la noche del domingo, cuando todo está cerrado y su despampanante exnovia, que cree que es un inútil pero le dará otra oportunidad, está a punto de llegar con unas galletas recién horneadas por ella misma, presenta un problema bastante más interesante, sobre todo si nadie en el edificio le habla desde que accidentalmente mató el gato de los niños del tercero A.

Resumiendo:
1. Determine la importancia que tiene cada escena con respecto a la historia.
2. Asegúrese que las cosas no salen como se esperaba.
3. Evite las soluciones rápidas y predecibles.
4. Lo inesperado siempre llama la atención. Pero no abuse de los hipopótamos.