Escribir con voz propia, Mario Levrero

Publicado el 29 abril 2024 por Kim Nguyen

Sabés que estás escribiendo con voz propia cuando no te reconocés fácilmente en lo que escribís; cuando el texto te parece ajeno y al mismo tiempo sabés que es propio; cuando los personajes hacen lo que quieren ellos y no lo que vos querés; cuando el texto te llega a tal velocidad que casi no te da tiempo a ponerlo en palabras; cuando te sentís como un dios.

Mario Levrero
Conversaciones con Pablo Silva Olazábal
Editorial: Contrabando

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Y cuando recibís el texto de alguien que va a tu taller, ¿cómo hacés para evaluar si ha navegado o no en el inconsciente? ¿Tiene algo que ver con el psicoanálisis?

No, todo es intuitivo (largo silencio). No sé, vos te das cuenta cuando una persona está hablando con su voz más verdadera, más profunda. Eso da el estilo de una persona. El alumno que viene por primera vez al taller, por lo general llega con la idea de escribir como se debe escribir. Todo el estilo personal está borrado, eliminado, y lo que recibís del alumno son penosos esfuerzos por meterse en un estilo convencional que él cree es lo mejor, porque lo recibió de distintas fuentes en las que depositó su confianza. En algún momento de su vida esas fuentes confiables le dijeron cómo se debe escribir. Todo esto hay que destruirlo. Hay que conseguir que el alumno pueda expresarse con su propia voz, su propio estilo.

Y ahí entonces hacés una lectura de la estructura del relato, de las condiciones psíquicas de casa uno…

No, para nada. Nada de eso.

¿No las mirás, por ejemplo, como si fueran devoluciones de una terapia?

No, nada que ver. A veces el taller tiene efectos terapéuticos, pero son efectos secundarios no buscados. Yo lo que busco es oír la voz verdadera del alumno. Cuando oigo que se está expresando con el estilo que le calza, que tiene que ver con su manera de ser, con su forma de pensar, de sentir, y que no se parece a nada que yo haya oído, ya está. No me importan los contenidos. El tipo puede tener un contenido marxista de Carlos Marx o de Groucho Marx, no interesa en absoluto. Somos únicos y a mí me interesa que sea él mismo.

¿Y cómo podés convencer a otra persona de que esa es su voz? Lo digo porque a veces, cuando leen en el taller, no parecen notar la diferencia.

Nadie se da cuenta. Ni siquiera los que escuchan. Tanto cuando leen como cuando escuchan, la gente presta mucha atención a los contenidos. Juzgan un texto por los contenidos. A veces incluso por los sonidos, por la combinación de palabras. Cuando alguien dice «me gustó mucho tu texto en esta parte» quiere decir que el texto en general no está bien, por eso él destaca algo que sobresalió, algo que salió con una forma especialmente afortunada y entonces rescata «al menos» eso. La gente todavía está muy encerrada en los argumentos, a veces en las afortunadas combinaciones de palabras, incluso en las ingeniosidades, que no tienen nada que ver con la literatura. Lo único que importa en la literatura es el estilo. Una vez que se alcanzó eso se puede decir lo que quieras. Lo que pongas va a estar ajustado con lo que estás expresando. Puede ser desagradable, o nada edificante, pero ese sos vos, un ser único. El estilo personal es imposible de alcanzar con oficio, no hay oficio que lo pueda conseguir […]

Lo que vos obtenés de una experiencia artística, ya sea un cuadro, un libro, etc., es algo que no está a la vista. Yo capto mucho de los alumnos a través de sus textos porque estoy tratando de captar el alumno en su totalidad, no en lo que me está diciendo, que no me interesa, si no en una cantidad de pequeñas cosas que forman un todo que es él, el alumno. Sus gestos, su voz, todo. ¿Entendés? A ver, pongamos un ejemplo. A veces soñás con una persona y cuando despertás te das cuenta de que el aspecto que tenía en el sueño no correspondía con la realidad. Aparecía con la cara de otro, o como cualquier otra cosa, pero vos igual sabías que era él y no otro. ¿nunca te pasó?

No

Hay elementos invisibles, inasibles de una persona que son los que componen su ser. Es lo que aparece cuando en un sueño uno dice «este sentimiento es fulano». Sabés que es él, pero no sabés por qué. La imagen no corresponde, nada corresponde, pero vos igual sabés que es esa persona. Estos elementos intangibles no tienen forma fija de expresión convencional y se captan vía inconsciente en los estados de trance o en los sueños. Es decir, en los estados que no están supervisados por el yo, cuando se ha suspendido la función crítica […].

Entonces esa fuerza que produce la hipnosis del arte, ¿se puede lograr por medios técnicos?

Evidentemente es posible. Podés conseguir atrapar la atención y lograr una gran concentración del que recibe el mensaje, sea pictórico, literario, por medios exclusivamente técnicos, sin poner en juego nada personal. Hay obras exclusivamente intelectuales que igual te atrapan, te encantan… pero no sé bien qué queda al final de todo eso. Tiendo a pensar que no queda mucho, al menos no como memoria personal. Son solo pequeños trances que consiguen captar la atención del lector sin modificarlo interiormente.

Mario Levrero
Conversaciones con Pablo Silva Olazábal
Editorial: Contrabando

Foto: Mario Levrero, por Eduardo Abel Giménez