Cuando estoy trabajando, cuando estoy en ello, esta sensación de inseguridad es más cotidiana. Pasa uno de pensar que es una obra maestra a pensar que es una mierda, incluso en la primera relectura. Bueno, estoy exagerando. La verdad es que suele ocurrir más bien por días. Hay días muy buenos, otros malísimos, y los más ni buenos ni malos. Es ir haciendo y ya está. Uno va como distanciándose de lo que está escribiendo, y por eso termina por ocurrir que se transforma en un bucle, una manera de mirar, de leer, de la que uno no puede salir, porque en realidad no puede entrar. Ya no está uno dentro de la novela como para saber qué está pidiendo la novela. Qué es lo que está ocurriendo allí. Saberlo, porque aquello es un mundo completamente imaginario. Un mundo paralelo donde ocurren cosas, la más de las veces completamente insospechadas.