Confío en que sepan encontrar referencias fiables a su vida y obra y que sepan valorar adecuadamente su aportación a la literatura en español.
Murió en enero de 1936; afortunadamente no vio el golpe de estado militar de julio ni tuvo que padecer sus consecuencias, que a buen seguro le habrán afectado. Antes de morir dijo: "No quiero a mi lado ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo".
Su figura está llena de anécdotas jugosas, prueba de su ingenio y locuacidad.
En cierta ocasión, un amigo que partía de viaje, acudió a su tertulia para despedirse.
- Le escribiré sin falta, se lo prometo.
Valle Inclán le responde:
- ¿Sin falta o sin faltas?
Antes de que su interlocutor pudiera responder, añadió:
- Se lo pregunto porque sin faltas no creo que sea capaz de hacerlo.
Una anécdota parecida cuentan de Andrés Bello, escritor y estadista venezolano afincado en Chile, ideólogo de la independencia hispanoamericana.
Bello tenía un amigo con el que mantenía un fluido intercambio epistolar. Pero las cartas de su amigo estaban siempre plagadas de garrafales faltas de ortografía, para desesperación de Bello.
Este amigo acudió a visitar a Bello para explicarle porqué no había podido escribirle durante una temporada.
Al despedirse, le prometió:
- Esta semana le escribiré sin falta.
A lo que Bello respondió:
- ¡Oh, no se tome esa molestia! Escríbame como siempre.
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Lo cuenta Gregorio Doval en su "Anecdotario universal de cabecera". Ediciones del Prado. Madrid 2003.