Escrito en las cartas

Publicado el 20 septiembre 2013 por Fabianscabuzzo @fabianscabuzzo

Escrito en las cartas

20/09/201320/09/2013 Fabián Scabuzzo

En 1993, Alejandro Jodorowsky, que ya era un experto en la lectura del Tarot, conoció a Philippe Camoin, descendiente de la familia marsellesa que se dedicaba a imprimir, desde el siglo XVIII, el Tarot de Nicolás Conver. Juntos se dedicaron, durante más de dos años, a restaurar el original Tarot de Marsella, cotejando mazos de todos los rincones del mundo y refundiéndolos, para conseguir así reconstruir en su integridad y colorido primitivos el que los expertos consideran el juego de Tarot por excelencia.

Alejandro Jodorowsky

Resultado de esta búsqueda, digna de Indiana Jones, y de los muchos años de experiencia con el Tarot acumulados por el cineasta y escritor chileno son dos libros que, ahora, junto a su correspondiente mazo de cartas, edita Siruela: Yo, el Tarot y La vía del Tarot, este último, escrito por Jodorowsky junto a Marianne Costa.

Cartas de doble lectura

El psicomago chileno ha creado una nueva ciencia: la tarología, el arte de sanar por medio de la lectura de las cartas.

“En el Tarot existe siempre una correspondencia entre lo masculino y lo femenino -me decía Jodorowsky hace unos años, cuando los libros estaban todavía en proceso de creación-; están el Emperador y la Emperatriz, el Papa y la Papisa, el Sol y la Luna… Una lectura eficaz del Tarot debe ser hecha por un hombre y una mujer, y por eso, el libro sobre el Tarot teníamos que escribirlo Marianne y yo, para que fuera verdaderamente completo.”

Bien alejado de videntes de pacotilla, el Tarot de Jodorowsky y Marianne Costa es un libro abierto a múltiples interpretaciones, que pueden y deben enriquecer y sanar al ser humano.

El psicomago chileno ha creado una nueva ciencia: la tarología, el arte de sanar por medio de la lectura de las cartas. La vía del Tarot analiza una a una todas las cartas, tanto los 22 arcanos mayores, como los 56 menores, que se corresponden, a grosso modo, con las cartas de la actual baraja española, pero también las presenta en todo su conjunto, o conjuntos.

En todas sus formas y correspondencias, buscando la complicidad del lector y tarólogo neófito, que, mientras aprende y estudia la baraja, debe desarrollar y ejercitar su propia visión de las cartas, y encontrar las asociaciones personales que estas le sugieran.

A lo largo de seiscientas páginas bellamente ilustradas con la reproducción de las cartas de Marsella restauradas, Jodorowsky y Costa han hecho de La vía del Tarot el equivalente tarológico de La rama dorada, de Frazer o La diosa blanca, de Graves: una obra enciclopédica, práctica e histórica, sugerente y provocadora.

Por su parte, Yo, el Tarot presenta una colección de poemas inspirados en los veintidós arcanos mayores, interpretaciones líricas y esotéricas del escritor, que encuentra en las cartas del Tarot un mundo autónomo, capaz de liberar sus fuerzas creativas a través de su universo de símbolos y arquetipos inmortales… Pero Jodorowsky no es el primero.

El Tarot literario

Existe una larga tradición contemporánea de escritores inspirados por el Tarot, que han sabido leer las cartas como algo más que un simple juego de adivinación.

Existe una larga tradición contemporánea de escritores inspirados por el Tarot, que han sabido leer las cartas como algo más que un simple juego de adivinación. El poeta T.S. Eliot, en su célebre La tierra baldía, describe una breve escena en la que la vidente madame Sosostris lee las cartas; aparecen arcanos mayores como El Colgado y La Rueda de la Fortuna, entre otras, a los que añade algunos de cosecha propia: el Marino Fenicio Ahogado y Nuestra Señora de Las Rocas.

Eliot admitió que su uso del Tarot era propio de un lego, aunque resulta evidente que conocía el mazo del ocultista A.E. Waite, uno de los más populares del siglo XX.

Un buen amigo de Eliot, el escritor Charles Williams, sí conocía, y muy bien, el Tarot y sus significados. Miembro de uno de los corpúsculos escindidos de la Golden Dawn, dirigido precisamente por Waite, amigo de C.S. Lewis y Tolkien, y director de la Oxford Literary Press, Williams utilizó el simbolismo del Tarot en una de sus mejores novelas esotéricas: The Greater Trumps.

“Existen correspondencias por todas partes; pero algunas correspondencias son más claras que otras”…

Con estas frases de la novela de Williams comienza In Viriconium, del escritor inglés de fantasía y ciencia ficción M. John Harrison, una de las entregas de su peculiar saga de fantasía heroica “Viriconium” (que actualmente publica en España Bibliópolis), donde hace uso de un Tarot de invención propia, inspirado, sin embargo, en el real.

Para Harrison, “… el Tarot no tiene nada que ver con adivinar el futuro, cosa que no creo que pueda hacer, sino con el arte de contar historias, gracias a sus múltiples combinaciones posibles”.

Así lo vio también el inefable Italo Calvino, que utiliza el Tarot en El castillo de los destinos cruzados (Siruela), libro que, en realidad, está compuesto por dos novelas cortas, la segunda de ellas titulada La taberna de los destinos cruzados, donde las cartas del Tarot de Bonifacio Bembo y las del inevitable Tarot de Marsella sirven al erudito escritor italiano para plantear un juego semiótico interminable, de fábulas y fabulaciones infinitas, lleno de referencias literarias, mitológicas, estéticas y poéticas, que van de Ariosto a… T.S. Eliot y su madame Sosostris.

Dieciséis historias son las que componen la curiosa antología Tarot Fantastic, editada por el joven Lawrence Schimel y el veterano Martin H. Greenberg para Daw Books, escritas por Charles De Lint, Nancy Springer, George Alec Effinger y Susan Wade, entre otros, incluyendo el poema Song of the Cards, de Jan Yolen.

Como poéticas son las intrigantes descripciones de los arcanos mayores que propone el poeta maldito español por excelencia, Leopoldo María Panero, en El Tarot del inconsciente anónimo, editado por Valdemar, acompañado de un mazo con los veintidós arcanos mayores según una interpretación personal del ilustrador Jabier (con b) Herrero.

Similares al Tarot clásico, en estética y simbolismo, son las ilustraciones del diabólico Delomelanicon que busca el protagonista de El Club Dumas de Reverte, cuya combinación final puede ser también fatal…Desde que el polémico Carl G. Jung incluyera una explicación del Tarot en términos arquetípicos en su obra de 1944 Psicología y alquimia, este juego de cartas -que para unos era frívolo entretenimiento y para otros, mancia- se convirtió en otra cosa.

Un sistema de símbolos, profundamente ligados a la psique, capaces de comunicarla con el inconsciente colectivo o la consciencia cósmica, según queramos.

Leer el Tarot es leer el libro que llevamos escrito dentro de nosotros.

O, simplemente, una hermosa manera de contar historias, de combinar ideas hasta el infinito y más allá. Un arte al que no pudieron resistirse pintores como Dalí o Giger. Una ciencia esotérica, que según algunos se remonta hasta los egipcios e incluso hasta los sabios de la Atlántida, y que nos ha dado juegos de cartas diseñados por magos como A.E. Waite o Aleister Crowley, y cientos de páginas escritas por esoteristas como Court de Gébelin, Eliphas Lévi, Papus, Ouspensky y un largo etcétera.

A ellos se suman, superándolos en sus ambiciones y quizás en sus logros, Jodorowsky y Costa, que combinan literatura y ciencia, poesía y conocimientos, psicología y esoterismo.

Y es que, en palabras de Lawrence Schimel, “las imágenes del Tarot proporcionan una exteriorización visual de las emociones, que nos permite mirar dentro de nosotros mismos a través del espejo que representan las cartas”.

Leer el Tarot es leer el libro que llevamos escrito dentro de nosotros.

Fragmentos

Esto opina el escritor y dibujante chileno Alejandro Jodorowsky acerca de lo que significa el tarot y de cómo se debe usar en los tiempos modernos, sin caer en fanatismos, es más un asunto cultural.

“Si los observas con ojos ingenuos, los arcanos del Tarot contienen un mensaje simple. El Loco es un pobre vagabundo; El Mago, un vendedor en busca de clientes; La Papisa y El Papa, representantes del poder religioso…

Es posible que quien o quienes crearon el Tarot quisieran darle un contenido a la altura de la gente simple que lo empleaba como un juego. Pero hoy día esa lectura ingenua no nos sirve. Si queremos usarlo como un instrumento terapéutico, debemos depositar en él nuestra profunda subjetividad.

Para lo cual podemos usarlo en la misma forma que se usa un teléfono móvil. Cuando está descargado no sirve, para que funcione debemos cargarlo de electricidad.

Algo igual ocurre con las cartas del Tarot. Son símbolos que no dicen nada preciso y que debemos enriquecer con todo tipo de significados, darles contenidos que los sobrepasen.

Una semilla es un cofre que porta un bosque, como el vientre de una mujer porta a toda la humanidad.

El inconsciente individual porta, en el inconsciente colectivo, el pasado de la raza humana, del planeta y del cosmos […]. El valor del Tarot es el que nosotros le damos.”

Publicado en El Colombiano
autor: Jesús Palacios