"Ser buen escritor no garantiza ser buena persona." Lo dice Ovejero y lo deja más que documentado en este ensayo en el que delito y literatura acaparan las horas de sus protagonistas.
Desde estafas hasta asesinatos, este libro repasa las malas prácticas de autores como William Burroughs, François Villon, Anne Perry o Carlos Montenegro, dejando al que lo lea la responsabilidad de perdonar los actos del que escribe a favor de una obra literaria notable.
Con sus altos y sus bajos divididos en capítulos, ayuda a adentrarse en las personalidades de sus objetos de estudio, sin llegar a poner el pie en el debate ético. Más bien funciona como la exposición del caso en cuestión y allá cada uno con lo que piense sobre el lado oscuro.
Aún así, no deja de ser llamativo el hecho de elegir una temática tan específica y acotada que, sólo en caso de sentir una infinita curiosidad por ella, es capaz de conducirte sin zonas de desaceleración hasta la última página.