Me he puesto a escuchar los himnos militaresy he sentido el temblor de los muchachosllamados a la guerra.Y he sentido la fiebrey el amor por la patria,tan sincero,de aquellos que creen en sus misiones.Pero, ¿quiénes ganaban las batallasen los terrenos ocupados?¿Quiénes se enriquecían con el sudor esclavo, sojuzgado,de los desposeídos de su tierra?¿No eran los mismo que hubieron conseguido,a basa de dinero,que no fueran sus hijos a la dura manigua,a los desiertos,al campo de exterminio de las frecuentes emboscadas?¿Y no eran los chiquillosde los ojos brillantes por la emoción del cantoaquellos que dejaron su terruño y su familia,azotados por el dolor y la miseriade siglos irredentos?Sí, me he puesto a escuchar los himnos militaresy sentido el cuchillode la crueldad, del atropello;del cinismo absoluto volcado en los discursosque convierten la patria en una mercancíadonde cualquier revés hace que exclamen:“¡Lo cara que se ha puesto la carne de gallina!”.
MOISÉS CAYETANO ROSADO