Que luego no vengan diciendo que estamos criticando algo que no ha dicho, porque a Rajoy hay que interpretarle, hay que leerle entre líneas, ya que no es capaz de soltar sus planes de forma concisa y clara.
Estábamos esperando mucho tiempo que de la crítica sin alternativas, que de la indefinición de su programa, pasara --en el momento ideal, el de la coronación—, a detallar sus decisiones. Pero, eso es pedir peras a un olmo. Rajoy es difuso, confuso y opaco. Así es que nos obliga a interpretarlo.
Sus líneas generales –su hoja de ruta, como dicen los modernos-- están claras, pero sólo los trazos largos, no ha explicado los pormenores, y eso que ha consumido casi hora y media que sumado a las réplicas que he oído a Rubalcaba, ha pasado de las dos horas.
Una de las cosas claras que ha dicho es que hay una necesidad de ahorro de 16.500 millones de euros. Otra es su apoyo con medidas de subvenciones, ayudas y bajadas de impuestos a las empresas, que junto a su persistencia en las reformas laborales –que llevará a un despido más barato--, significa que está haciendo el programa –como era de esperar— de la CEOE.
Lo poco que ha dicho, sin detalles, denota que quiere sacar dinero para el ahorro necesario y las ayudas a las empresas, de no se sabe donde. Porque no ha dicho ni pío de dónde va sacar todos esos millones. Y ahí es donde me temo lo peor.
Ha explicado todo por encima, pero su objetivo era meter miedo al presentar una situación desoladora, ese ha sido su fin principal. Porque es la única manera de que cuando pase el tiempo y esto no mejore, recuerde que la cosa estaba muy malita y que llegó con una situación penosa, imposible.
Rajoy se ha movido en la línea que se preveía, se ha ceñido al terreno de la Merkelandia, también conocido como la Mercadolandia. Ni una coma fuera de ese camino. Ni la mínima intención de crítica. “Todo por Los Mercados”.
En fin, que hay que seguir esperando. Esperando lo peor.
Por cierto, después de oírle, he escuchado a Rubalcaba. Matices, sólo les separan matices. Debería nombrarle, sin rubor, su vicepresidente, y así podría seguir haciéndole el trabajo sucio.
Salud y República
P.D. La caricatura está sacada de aquí