¿Te escuchas a ti mismo/a?
Nuestra mente y nuestro cuerpo poseen todo lo necesario para comunicarnos que “algo no funciona correctamente”, como si se tratara del display de cualquier aparato electrónico que notifica errores o del salpicadero del coche, que nos informa del correcto nivel de aceite o de la baja presión de los neumáticos. Así pues, cuando estamos sanos y no nos ha sucedido nada que pueda provocar malestar físico y/o emocional es importante que nos escuchemos pues cualquier sensación o molestia es una señal de alarma que indica que nos estamos desviando del camino, dirigiéndonos así a la enfermedad, la infelicidad o el conflicto.
Quizás creas no poder percatarte de esas señales de alarma, de esas sensaciones… Entonces, de bien seguro estás tan sumido/a en tu vorágine de pensamiento que has perdido parte de la noción de perspectiva, olvidando la tarea de escucharte, tomándote la vida demasiado en serio.
Si tu día a día se ha convertido en una experiencia desagradable o quieres realizar algún que otro ajuste:
La próxima vez que vuelvas a sentirte mal sin motivo aparente, respira profundamente unas cuantas veces y relájate. Levantarte en armas contra estados, sensaciones o emociones desagradables (tildadas de “negativas”) únicamente te paralizará o te llevará a realizar un análisis que generará un efecto desagradable aún mayor. Entonces, lo más importante es aceptar lo que sentimos de forma que podamos preguntarnos qué lo motiva y reconocer, de esta forma, la información de alerta que estamos recibiendo.