La Escuela Superior de Hostelería y Turismo de la Casa de Campo data del año 1945. Por aquel entonces se encontraba situada en la Calle Cervantes (muy cerca de la Gran Vía Madrileña). Era la segunda escuela de hostelería de España y apenas recibía 32 alumnos. Fue en 1959 cuando se trasladó a la que hoy es su actual ubicación (la Avenida de la Puerta del Ángel, en la Casa de Campo). Por ella han pasado personajes tan conocidos en influyentes como el maestro Arzak, Paco Roncero (Casino de Madrid, Estado Puro), Mario Sandoval (Restaurante Coque), Juan Pozuelo (Hamburguesa Nostra, Canal Cocina), el genial Sergio Fernández (El Luca, Canal Cocina) o el mediático Alberto Chicote (Pan de lujo, Pesadilla en la cocina)...por citar algunos.
La primera vez que pisé la Escuela lo hice de la mano de Sergio Fernández, al que en gran medida le debo haber echado la solicitud de admisión y todo lo que me ha sucedido desde entonces. Aquel día (mayo del 2011) pisé por primera vez la cocina central de la escuela y mi cara debió ser todo un poema. Jamás podré explicar lo que sentí al verla. Lo único que sé es que cambió mi vida.
Llevaba apenas cuatro meses cocinando, por lo que os podéis imaginar lo que sabía yo de cocina...nada, de nada. Siempre había considerado cocinar una pérdida de tiempo, sin embargo a principios de ese año, sin más ni más, descubrí que cocinar era mi vocación, esencialmente porque lograba hacerme feliz. Nadie en mi familia daba crédito. Es más, mi abuela me llamaba para preguntarme quién me hacía los platos que publicaba en el blog (vaya chapucilla, la verdad, jeje! Pero los tengo cariño). Era muy gracioso.
Si no me equivoco, no fue hasta septiembre de 2011 cuando supe seguro que estaba admitida y pasé un verano contando los días para que saliesen las listas definitivas. El primer día eran nervios, nervios y más nervios, aunque el lema que marca la entrada ya me hacía presagiar que estaba a punto de cumplir el sueño de cualquier persona: convertir mi pasión en mi profesión. ("Dichoso el que mantiene una profesión que coincide con su afición). Desde entonces hasta hoy han pasado muchas cosas; algunas os las he ido contando día a día por Facebook o twitter, otras os las conté aquí al acabar primero, hoy me voy a centrar en explicaros cómo es el corazón de la escuela. En mostraros su cocina, su comedor, el economato, etc para que conozcáis un poco mejor el día a día de, para mí, la mejor Escuela de Hostelería de España.
Aquí veis la cocina caliente. Limpia, vacía...nada que ver con lo que sucede normalmente. Lo habitual es que en cada partida (cada división de la cocina: cuarto frío, entremetier, salsero y pastelería) cuenta con una media de 20-25 alumnos (este año se mezclan los alumnos de primero y los de segundo, lo que hace un abultado número de alumnos por partida y por profesor, pues sólo hay un profesor por partida...). No obstante, en pastelería el número aumenta hasta casi 60 (todos los alumnos de segundo de grado medio de un grupo, unos 28 y todos lo de segundo de grado superior).
¿Os imagináis la cantidad de personas que nos podemos juntar? Es impresionante!!
La mesa siguiente, con sus fuegos, pertenece a salsero, donde más "corres" y más te estresas. No pasa un minuto sin que sientas en tu cogote "Vamos que te pilla! Vamos que no llegas! Vamos que ya te ha pillado!" Jaja!!! Ten las fuentes del servicio en el horno para que, al salir, no se puedan coger con las manos... algo que a mí (el hombre siempre tropieza dos veces en la misma piedra) me ha supuesto más de una quemadura y brincos. En general no puedo decir que me disguste ninguna de las dos, pues en salsero también he aprendido muchas cosas, pero es mucho más tradicional y este año, al ser el último, supongo que esperas aprender cosas que quizás no aprendas si no es aquí.
El año pasado tuvimos la suerte de pasar muuuchas horas con una de las profesoras más duras de la escuela y que más miedo nos daba a todos. Por favor!!! La de veces que me han temblado las canillas (o sea se...mis piernas, jaja!!) al verla que se me acercaba. La de veces que me he quedado en blanco cuando me ha preguntado algo y he pensado "Ayyy!! tiene que tomarme por tonta esta mujer". Hoy en día considero que la mayor parte de mis avances y del cambio que se ha producido en mí fue gracias a ella. Pero también el resto de profesores ha dejado una huella que creo no olvidaré nunca. Una de las características del profesorado, especialmente de cocina, es lo duro y estricto que es. Tanto en el día a día, como a la hora de calificar y poner las notas. Es increíble. Pero si hay algo que es imprescindible en cocina es el orden y la disciplina, así que quizás sea esto el motivo de tal grado de rigidez.
Bueno aquí tenemos la máquina de café. Mi primera parada todas las mañanas, aunque últimamente está más veces "fuera de servicio" que en funcionamiento. Y uno de los puntos de encuentro de los alumnos a la hora del recreo o antes de entrar a cocina.