El sábado 20 de noviembre celebramos el Día Universal de la Infancia, dedicado a los niños y niñas del mundo desde el año 1954. En 1959 se produjo el Aniversario de la Declaración Universal de Derechos del Niño y 30 años más tarde, en 1989, se aprobó la Convención de los Derechos del Niño, el más universal de los tratados internacionales.
“No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones”, afirma el Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia. Desde su aprobación, se han producido avances en los derechos de la infancia respecto a la supervivencia, el desarrollo, la nutrición, la salud, la educación y en la protección.
Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. En varios países en los que trabajamos, las amenazas que suponen la pobreza, los conflictos armados, la violencia, las consecuencias del cambio climático, el covid-19 y la brecha digital han frenado los avances en materia de derechos de la infancia más vulnerable.
De hecho, la meta de erradicar el trabajo infantil en 2025 está en retroceso por primera vez en 20 años y este 2021, el Año para la Erradicación del Trabajo Infantil, las cifras aumentan. Según UNICEF, 160 millones de niños y niñas sufren trabajo infantil. Es decir, 1 de cada 10 menores en el mundo se ven obligados a trabajar tal y cómo os contamos en nuestra campaña “El trabajo no es cosa de niños”, si están en la escuela no están trabajando.
“Hablamos de la mayor interrupción del acceso a la educación a nivel mundial en los últimos siglos. Muchos niños y niñas no pueden asistir aún a las escuelas, y de estos, hay muchos que no tienen los recursos necesarios para continuar su educación a distancia”, nos explicaba Lorena Cobas, responsable de Emergencias de UNICEF España, en una entrevista realizada en octubre de 2020.
Un año después, millones de niños y niñas todavía continúan privados de su derecho a la educación por la crisis del covid-19. “Este año hubiese querido que las clases volvieran a ser presenciales. Ahora es muy difícil para mí estudiar con la radio ya que no tenemos buena señal en mi comunidad y eso hace que no pueda entender algunas cosas”, explica Flor de María, estudiante de 6º en Pichacani (Perú), donde las clases son semipresenciales como en Bolivia. En India y Guatemala las escuelas siguen cerradas.
Además, el cierre de escuelas significa para las niñas y los niños un aumento de la pobreza extrema, del trabajo infantil, de la explotación sexual, la trata, el embarazo precoz y los matrimonios forzados.
Si el año pasado le dimos seis motivos al Gobierno para invertir en la educación como bien público mundial, este 2021 le exigimos con tomar medidas urgentes a nivel mundial, pues la educación sigue siendo la herramienta más poderosa para combatir las desigualdades.