La plaza de Oriente es un espacio que ensalza varios de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el palacio Real, el Teatro Real y la Catedral de la Almudena. Sobre los adoquines y jardines que hoy podemos recorrer se situó en otra momento parte del casco histórico primitivo de la ciudad del que podemos encontrar algún pequeño vestigio como la torre de los huesos bajo la misma plaza. Uno de los elementos más impactantes que se vislumbran sobre este espacio es la hilera de estatuas que representan algunos de los monarcas que han reinado en España durante siglos. Sin embargo, estas imponentes esculturas no siempre estuvieron sobre estos jardines ¿Os gustaría cual es su historia? ¿Dónde se pensó situarlas?
Tallas de granito de los reyes de España situados en la plaza de OrientPocas décadas después del cambio de dinastía en el reino, se produjo la tragedia del incendio del Alcázar de Madrid. Los Borbones decidieron entonces construir un nuevo palacio sobre los terrenos que un día albergaron la primitiva fortaleza. Aquel estilo francés era más refinado y pretencioso que el anterior, más austero y sobrio. Fue el rey Fernando VI quien tomó la decisión de colocar en la cornisa de aquel esplendoroso edificio las figuras de los reyes que habían estado al frente de la monarquía hispánica, no solo con el objeto ornamental sino con el afán de dar legitimidad a la nueva y recién llegada dinastía, los Borbones. Según alguna de las versiones de la tradición popular, aquellas estatuas se construyeron en un pequeño taller que se situaría en la vecina calle de los reyes. Hoy en día, un calle casi olvidada en el nacimiento de nuestra querida Gran Vía.
Aquel centenar de esculturas de granitos se colocaron en la cornisa del palacio. Ante todo aquel que se acercaba se presentaban todos los reyes de la Monarquía Española, desde el visigodo Ataúlfo hasta el primer Borbón, Felipe V. Sin embargo, el tiempo que pasaron allí fue muy breve y pronto cambiaron de ubicación.
Fernando VI murió y su medio hermano, Carlos III llegó desde el Reino de Nápoles para tomar el cetro real. La llegada de este rey dio un aire nuevo a la ciudad. Pero no fue el propio monarca quien tomó la decisión de quitar aquellas estatuas de la cornisa sino su madre, Isabel de Farnesio. La reina consorte en uno de sus plácidos descansos, soñó que en Madrid se producía un terremoto que hacía que se cayeran aquellas estatuas sobre ella y la mataran. Aquella terrible premonición hizo que tomara la decisión de hablar con su hijo, el rey, para que quitara aquellas talla de piedra de lo alto de la residencia real. En poco tiempo, los reyes hispanos habían pasado de estar en lo más alto de la villa a la oscuridad de los sótanos de palacio.
Durante años las estatuas estuvieron ocultas y almacenadas en algún rincón olvidado por todos. Fue durante el reinado de Isabel II, en el siglo XIX, cuando se decide recuperar a aquellas estatuas del ostracismo. Algunas de ellas, se colocaron nuevamente sobre la cornisa de palacio, sobre la puerta del Príncipe. Otras en la plaza de Oriente y en los cercanos jardines de Sabatini. No se olvidaron del majestuoso paseo del Prado para situar algunas más. ¿Habéis descubierto todos los lugares donde se encuentran? El resto, viajaron a otros puntos de la geografía española como Vitoria, Burgos, Logroño, Aranjuez, El Ferrol o Pamplona de la mano de distintas personalidades públicas del momento.
Espero que hayáis disfrutado de esta anécdota y que cada vez que paséis junto los reyes godos, como popularmente se les conoce, os acordéis de ella y la comentéis con vuestros acompañantes. ¡Pasad buen día!
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