Esforzarse por vivir una vida ajena

Por Andresubierna

Me despedí de Héctor con un abrazo en el que intenté trasladarle toda la fuerza de mi amor incondicional. Hacía más de 30 años que no veía a Tito, mi amigo fiel de la infancia. Resonaban en mi interior los recuerdos de aventuras traviesas de niños puros que sueñan con grandeza y heroísmo.

El encuentro me marcó. Vi en él no sólo el reflejo de las huellas que nos dejó el tiempo. También noté algo que me inquietaba: los efectos de quien vive una vida ajena…

¿En qué medida lo que quieres lograr en la vida es algo que te pertenece, es algo que surgió de indagar a tu corazón y de elegir conscientemente tus propósitos, o es algo que “compraste” casi sin darte cuenta en algún momento en los mercados de la vida?

Cuando buscas alcanzar ciertos logros, ¿estás realmente intentando satisfacer un anhelo propio y actuando en libertad, o  cuando prestas atención te das cuenta que buscas alcanzar estándares ajenos?

Lo que te propongo, es reflexionar sobre esta cuestión de la “propiedad de tus deseos, de tus objetivos, de tus anhelos, de tus propósitos”, ya que son estas las fuerzas que mueven gran parte de tu vida y por supuesto, tu trabajo. El asunto da para libros, pero vale insinuarlo.

Reconozco que me dolió ver lo que produjo en Tito, mi amigo de la niñez, esforzarse durante más de 30 años en vivir una vida ajena.

Sumo para incentivarte, estos párrafos de The Hungry Spirit: Beyond Capitalism, a quest for purpose in the modern world. Charles Handy.

Pasé la primera parte de mi vida tratando de ser otra persona. En la escuela quería ser un gran atleta, en la universidad un miembro admirado de la alta sociedad, luego un hombre de negocios y más tarde el director de una gran institucón. Y aunque, de un modo u otro, sabía que no estaba destinado a alcanzar este tipo de logros, ello no me impidió intentarlo y darme de cabeza, una y otra vez, contra el mismo muro.

El problema era que, al tratar de ser otra persona, me negaba la posibilidad de ser yo mismo. En esa época se trataba de una idea bastante aterradora. Me bastaba con asumir pasivamente las convenciones de la época, valorando el éxito en términos de dinero y estatus social, centrar toda mi atención en ascender en la escala social a pesar de los obstáculos que me ponían los demás y acumular cada vez más cosas y más relaciones, en lugar de buscar el modo de expresar mis propias creencias y mi propia personalidad…

Espero con ganas leer en tus comentarios lo que quieras expresar sobre este tema…

Por Andrés Ubierna para Tito, con amor.