Esta entrada corresponde a la propuesta presentada por Guille en el aniversario del blog. Según nos dijo, le interesaban las diferentes maneras de nombrar una misma cosa; las palabras que utilizamos para evitar otras que por algún motivo nos resulta incómodo pronunciar. Es decir, los eufemismos.
Es sin duda un tema muy interesante y filológico, por lo que me congratula meditar aquí someramente sobre ello.
La palabra eufemismo proviene del griego euphēmismós, término formado a su vez por eu-, "bien", "bueno", y phēmē, "modo de hablar", y viene definido en el diccionario como "manifestación decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante".
Como comentamos hace tiempo,
Por lo tanto el eufemismo es un recurso para evitar la "incomodidad lingüística", por así decir, provocada por el pudor, por las convenciones sociales, o por las connotaciones negativas de cualquier clase que pueda tener una palabra para una persona o para una colectividad.
También sucede a veces que una palabra simplemente nos parece fonéticamente fea y por eso no nos gusta usarla.
Pero sea por la razón que sea, la cuestión es que hay circunstancias en las que preferimos utilizar palabras o frases que consideramos más suaves, de menor impacto, menos contundentes que otras.
Por ejemplo, cuando alguien acaba de morir quizá prefiramos decir que se ha ido; o diremos de alguien que está grueso o que tiene sobrepeso, en vez de decir llanamente que está gordo; o decimos empleada del hogar por criada o sirvienta. Igualmente se dice interrupción del embarazo en vez de aborto; tercera edad en vez de vejez, o que el niño necesita mejorar cuando ha suspendido.
Algunas personas son muy enemigas de los eufemismos, así que se alistan en el bando contrario, el de los disfemismos; es decir prefieren las formas que se consideran inadecuadas o malsonantes. Así, frente a la palabra contenida se opta por la inmoderada; frente a la expresión discreta se eligen palabras de dificil digestión.
Cuando los disfemismos se usan sin ton ni son, sin miramiento y sin gracia, yo me acuerdo de mi abuela y casi se me escapa un "¡Niño, eso no se dice!" Pero reconozco que, en ocasiones, un disfemismo a tiempo, dicho con oportunidad y con salero, puede ser muy efectivo, o divertido o incluso artístico.
Y también es cierto que hay eufemismos que molestan un poco, porque son en realidad una artimaña para no llamar a las cosas por su nombre; pero no con la loable intención de evitar incomodar u ofender, sino con la menos loable de camuflar unos objetivos o unos intereses determinados. Son en general eufemismos de carácter político y económico, que suponen una manipulación interesada del lenguaje y por lo tanto del pensamiento. Así por ejemplo se dice ajuste de plantilla para no decir "despido", que suena fatal; horario flexible por "disponibilidad permanente", que parece abusivo, deterioro económico en vez de "quiebra" o "ruina", que dan muy mal rollo, o corrección política en vez de "censura", que produce mucho rechazo.
Y hay también eufemismos que resultan muy pintorescos, por no decir cómicos y hasta ridículos. Son unos que se llevan mucho en estos tiempos y que se utilizan para dar un cierto lustre técnico y moderno a determinadas profesiones y actividades. Por ejemplo, al portero de un edificio o establecimiento ahora algunos lo llaman agente de control de acceso; el basurero es técnico de recogida de residuos, y el agente de seguros es gestor de incidentes.
En fin, independientemente de que a veces se usen con un poco de exageración, o con finalidades poco edificantes o incluso perversas, parece que el eufemismo está más presente en el lenguaje de lo que quizá creemos, y sus formas son tan cotidianas a veces, tan sutiles otras, que no siempre somos conscientes de su presencia.
Y yo creo que es un recurso lingüístico muy interesante y en ocasiones muy colorido y hasta poético. Porque no sólo evita la incomodidad que determinadas expresiones pueden causar, sino que además, me parece a mí, es una manifestación de creatividad por parte de los hablantes y de versatilidad por parte de idioma. Es decir, una muestra más de la capacidad que tiene la lengua para recrearse a sí misma y para adaptarse a las necesidades de los hablantes. Porque estarán ustedes de acuerdo en que es más agradable resolver un proceso asistencial que ir al médico; y en que es mucho más bonito y metáforico pasar a mejor vida que morirse sin más.
Ya lo dijo Clarín en Su único hijo:
[...] recababan para ellos el mérito de las buenas formas,
del eufemismo en el lenguaje; y así, todo se decía con rodeos, con frases opacas;
y al hablar de amores de ilegales consecuencias
"Fulano obsequia a Fulana", v. gr.
De todas suertes, la vida era mucho más divertida entonces.