Chuck ha perdido frescura, ritmo, chispa y emoción. Esta cuarta temporada ha resultado aburrida hasta límites soporíferos, me ha costado muchísimo ponerme a ver los capítulos y era muy difícil centrarme en lo que estaba viendo, ya que aprovechaba para hacer otras cosas mientras. Tenía a Chuck de fondo cuando durante sus tres primeras temporadas saltaba emocionada en el sofá y disfrutaba enormemente con las aventuras de Bartowski.
Las tres primeras temporadas de Chuck fueron muy entretenidas. Chuck era una buena serie, con puntos divertidísimos como el Buy More, Jeffster y el Capitán Pasada que aseguraban las risas. Además Chuck era un chico entrañable, su amor imposible por Sarah daba mucho juego y las tramas de las tres temporadas eran trepidantes, con finales de infarto y en la tercera temporada pusieron toda la carne en el asador y nos dieron una temporada redonda, emocionante y con un gran final. Y tras esa temporada vino el GRAN BAJÓN. Chuck se volvió predecible, repetitiva y cargante. El personaje principal, mi otrora querido Chuck, se volvió un cansino debido a su relación con Sarah. Ella perdió toda su fuerza, su misterio y su garra. Entre lo de la pedida y sus paranoias con las relaciones personales me daban ganas de que Casey les pegara un tiro a los dos.
Nada me ha gustado esta temporada, ni siquiera las estrellas invitadas. Admito que Timothy Dalton ha estado sorprendente pero él no es la serie y aunque su delirante, megalómano y desequilibrado Volfoff, resulta de lo más interesante no ha servido para hacer que la serie se viniese arriba.
Así que, o mucho cambian las cosas en Chuck, o por mi esta cuarta temporada podría dar carpetazo a las idas y venidas del agente Bartowski y su equipo.