Concebir un lugar, un escenario o un espacio concreto en el que la experiencia global compartida sea planificada como uno más de los recursos de comunicación natural, en el cual, la mutua interacción cree el aporte de respuestas útiles y valiosas para la resolución de problemas.
Por ello, dicho espacio ha de ser capaz de impactar positivamente en el usuario manteniendo las relaciones, tanto anímicas como sociales, con la marca y condensar esta correspondencia, en la fuerza motriz que prospere gestionando su sostenibilidad en el ámbito empresarial posterior.
Todo modelo de negocio fundamenta su valor funcional basándose en una clara correlación de intercambio con el cliente. Confecciona sus productos y servicios a través de jugosos estudios de mercado que den garantías de crecimiento a la corporación. Compite utilizando, con carácter convencional, las trilladas estrategias que han quedado obsoletas en torno a un sector que desea engordar sólo, unidireccionalmente; y por tanto, habitualmente obvia, el estrecho vínculo que existe cuando el proyecto atiende a una propuesta más integral, más ajustada y cuidada analíticamente para su clientela apostando por un desarrollo sobre el valor emocional que refine las verdaderas necesidades del consumidor ante la diversidad de espacios que interrelacionan en su entorno vital.
Implica proveer a su audiencia, inclusive a sus empleados, de espacios de empatía en los que estimular sus capacidades constantemente mediante la experiencia que conformará mayor participación, y ante todo, sociabilidad.
Comprometerse a mantener y prestar oídos a esta evidencia es practicar la cercanía con el usuario amplificando, no sólo, su bienestar, sino por añadidura, el de la empresa. Es dar sentido al Valor de Responsabilidad Social que otorga mayor reputación.