Si descontamos los 3,2 millones de españoles que trabajan en la economía sumergida de los 4,45 millones en el paro según las cifras oficiales de 2013, resultaría que realmente hay tan sólo 1,24 millones de desempleados.
Hace poco tiempo que Randstad, multinacional intermediadora entre los empleadores y empleados, es decir, un INEM privado establecido en 39 países, en los que negocia diariamente unos 70.000 trabajos, aseguraba que según sus estudios en España habría hasta 3,2 millones de personas que viven de la economía sumergida.
Desde que se hizo público este estudio, hace menos de dos meses, casi nadie le prestó atención ni analizó el mercado laboral aplicando sus datos, que pueden encontrarse en la web española de esta compañía holandesa, randstad.es.
Debe resaltarse su importancia. Abre su página mundial con sus ofertas diarias de por ejemplo, de 12.264 puestos en manufactura y producción, 6.424 en tecnologías de la información, 3.430 en salud, y así sucesivamente.
En España afirma mover diariamente 26.000 puestos de trabajo con sus 1.300 empleados en 300 oficinas.
Es decir: parece una empresa creíble, por lo que debe resaltarse que la economía sumergida española, en chapuzas y mil actividades más, algunas bien retribuidas, podría alcanzar el 18,6 por ciento del PIB –en Francia o el Reino Unido está en el 10--, casi 200.000 millones de euros.
Eso explicaría, junto con el mantenimiento más o menos precario de las redes estatales de la seguridad social, más las familiares y sociales, que el país se mantenga en paz a pesar de los casi seis millones de personas dispuestas a trabajar, según la EPA, Encuesta de Población Activa.
El porqué de esta situación es otro tema, pero este análisis sobre el verdadero paro español merece reflexión.
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SALAS