Fue el primer gran test ante un rival que aspira a todo. Y España respondió por todo lo alto. Cuanto mayor es la exigencia, mayor es la respuesta: salió enchufada desde el calentamiento (no como ante Polonia y Portugal, rivales infinitamente inferiores) y dio una auténtica lección de juego en equipo, esfuerzo colectivo, sacrificio, compromiso, ayuda al compañero, compenetración e implicación.
Fue todo un puñetazo en la mesa. Un mensaje a los rivales. España activó el modo campeón. Y lo hizo sin tener que recurrir a Pauen el primer cuarto. Otros referentes, como Calderón, asumieron un rol mayor. Se crecieron. Y se vinieron arriba.Y las rotaciones mantuvieron el nivel. Todos sumaron. Llulllo resumió a la perfección tras el partido: "Aquí todos sabemos cual es nuestro rol y lo que es importante es que los actores secundarios cada vez estamos sumando más y vamos ayudando".
Y entre la euforia colectiva por el clinic baloncestístico que pudo acabar en sangría de puntos, apareció la mesura. El mensaje del equipo, del gupo, fue único, alto y claro y perfectamente puede estar resumido en las palabras de Scariolo: "Hemos jugado muy bien pero no hay que ceder a la euforia. Lo importante es que este es un grupo muy cohesionado y en el que todos estamos muy enganchados"