“¡Bravo! ¡Bravo! ¡Muy bien! ¡Muy bien!”. Vicente del Bosque aplaudió para reforzar su mensaje, dirigido a los colegiados. El hombre tranquilo, diplomático y personalista no pudo mantener su compostura y serenidad ante la permisividad de Howard Webb y respondió como nunca: con ironía, desencajado. Del Bosque no entendía muchas cosas, como por qué Heitinga no era expulsado tras el atropello a Villa y tampoco podía olvidar cómo De Jong seguía campando a sus anchas después de marcarle los tacos a Alonso en el pecho. El seleccionador español parecía otro, pero en el momento clave volvió a ser él. Su reacción en el instante más importante de la historia de la España de fútbol fue la habitual: se dejó abrazar y no cambió su cara rostro serio. Hubiese preferido escapar de ese momento para que el éxito quedase reducido a los jugadores, a los que después de la entrega de la Copa del Mundo, calificó como “magníficos” y fantásticos”. Del Bosque tuvo un detalle para todos, suplentes, titulares y revulsivos. “Encarnan valores muy humanos, atemporales”, prosiguió, emocionado. Si hablar de él. Tal y como se había comportado tras la secuencia eterna: centró Torres, rechazó como puso Van der Vaart y Cesc se hizo con el balón para centrar a Iniesta y que éste cruzase el balón, inalcanzable para Stekelenburg. La jugada que sentenció una final tensa, intermitente y absolutamente pasional en que España fue campeona del Mundo por primera vez en Sudáfrica ante una Holanda que perdió la tercera final de su historia. El tanto de Iniesta engrandeció el legado de la mejor generación española, triunfadora en 2008 en la Eurocopa. Un gol que tiene día eterno, el 11 de julio de 2010, y minuto: el 115.
Por los “valores atemporales” que mencionaba del Bosque podemos entender muchas cosas. Inmenso estuvo Iniesta, MVP del partido, celebrando el gol más importante de su vida con la selección quitándose la camiseta y mostrando la interior con un mensaje escrito en rotulador azul: “Dani Jarque siempre con nosotros”. Un homenaje a uno de sus grandes amigos, el defensa del RCD Espanyol, fallecido en Italia hace casi un año: “Creo que nos ha dado fuerza a todos. No pude rendirle un homenaje en su momento y pienso que ésta era la oportunidad para hacerlo”. También Ramos y Navas se pusieron después una camiseta con el número 16 y la fotografía de Antonio Puerta, su ex compañero en el Sevilla, que nos dejó hace tres veranos.
“Esas terribles faltas”
España se sobrepuso a su historial, al corto recorrido en los Mundiales, donde hasta ahora nunca había pasado de cuartos, y supo jugar como los equipos curtidos, con oficio y un partido que Holanda siempre quiso trabar con faltas tácticas, varias criminales, con siete amonestados y uno de ellos expulsado, Heitinga, por doble amarilla tras un agarrón a Iniesta. Lo reconoció incluso el técnico holandés, Van Marwijk, que se justificó: “Cometer esas terribles faltas no es parte de nuestro juego. Es una final del Mundial y hay que ver el resto del torneo. Creo que ambos equipos, también España, cometimos faltas duras”. La presión hombre a hombre y la dureza fueron los grandes argumentos de una Holanda que ha perdido estética para ganar en eficacia. Le funcionó para superar a Brasil en dos jugadas y a la combativa Uruguay con un gol en fuera de juego, pero no le bastó ante la selección española. Sí que es cierto que los ‘oranje’ estuvieron a punto de encontrar premio a su propuesta en dos acciones de Robben, el jugador que parecía de cristal y que con dieta milagrosa de por medio está entre los mejores. Podría haber sido la jugada decisiva, pero en el momento de la verdad el atleta holandés no supo concretar bien y Casillas despejó con el tacón de la bota, mientras su cuerpo, irremediablemente, se iba justo hacia el lado contrario. Holanda había sido honrada desde el primer momento con su idea: buscaba una contra con Robben. Las formas no le importaban, pues su jugador más creativo, Snjeider, estuvo gris, nada que ver con el torneo que se había marcado hasta ahora.
El tremendo éxito colectivo de España tiene gran parte de particular en el trabajo impagable de Busquets, la contundencia de Puyol y Piqué, el descaro de Capdevila, la magia de Xavi e Iniesta… O los goles de Villa, cruciales para superar la primera fase, los recambios, como Llorente, Pedro, titular también en la final, aunque estuvo impreciso, o Cesc, autor de la asistencia a Iniesta. Del Bosque destacó que la entrada del jugador del Arsenal por Xabi Alonso dio “más profundidad” al equipo. Aunque España ya había mejorado antes, coincidiendo con la entrada de Navas por el propio Pedro. El último cambio, Torres por Villa, antes de empezar la segunda parte de la prórroga volvió a corroborar que el delantero del Liverpool llegó demasiado justo al Mundial. La selección rompió dos estadísticas históricas: es la primera que consigue ser campeona del mundo después de perder el primer partido y también la única europea en coronarse fuera de su continente. Momentos que también hizo posibles el líder del grupo. Un líder de los buenos, que lo es por naturaleza, que no se ofusca para serlo como sea: Casillas, que también amargó a Robben salvándole una desde fuera del área. Ha estado siempre en la pomada: en octavos reaccionando ante los efectos extraños del Jabulani, en cuartos parándole un penalti a Cardozo, en semifinales frustrando a Kroos y en la final frustrando a Robben, el único inquietante de los holandeses. Emocionado, Casillas ya lloraba antes del final de la prórroga y tampoco pudo contenerse en la entrega de la Copa por parte del presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, y del titular de la FIFA, Joseph Blatter. Y menos cuando le entrevistó Sara Carbonero en Telecinco. El capitán se acordó de los que siempre le han apoyado, de su familia, de su hermano… Y se lanzó a darle un beso a la periodista, su pareja sentimental.
Por cuarto Mundial consecutivo se cumplió que el Balón de Oro recayese en un jugador que no resultó campeón. Lo ganó el delantero uruguayo Diego Forlán, máximo goleador del Mundial con cinco goles empatado con Snjeider (Balón de Plata), Villa (Balón de Bronce) y Müller, nombrado mejor joven. Forlán emula a Ronaldo (1998), Kahn (2002) y Zidane (2006).