España, que ya ocupaba puestos de cabeza en los vergonzosos rankings mundiales del desempleo, el avance de la pobreza, la prostitución, el blanqueo de dinero, el tráfico y consumo de drogas, el despilfarro público, el endeudamiento, el rechazo a los políticos y la corrupción, ocupa, a partir de hoy, la cabeza de la lista mundial de países estúpidos al costear, a pesar de la crisis económica, un servicio de traductores para que los senadores, que sólo sirven para cobrar dinero y gastar, sin aportar nada útil a la nación, puedan hablar en sus lenguas regionales, despreciando el idioma común, el español, uno de los más ricos y extendidos del mundo, hablado por más de 400 millones de terrícolas.
Es importante destacar que el Partido Popular ha sido el único que se ha descolgado de esa estrafalaria y estúpida decisión, cuyo costo anual supera los 350.000 euros, una "minucia", según el vicepresidente Manuel Chaves, acostumbrado, al parecer, a otorgar subvenciones de diez millones a empresas como aquella en la que trabajaba su hija Paula.
El espectáculo del senado políglota y con traducción simultánea es injusto y especialmente ofensivo, sobre todo para los muchos españoles que hoy no tienen trabajo y pasan necesidades, precisamente por el mal gobierno de Zapatero y sus socialistas, un partido que, si se hubiera opuesto al esperpento del Senado, habría podido evitarlo.
En este bochorno, las palabras de Rajoy suenan sensatas cuando dice los idiomas sirven para entendernos y que España ya tiene uno común, agregando que no ha existido demanda popular alguna para ese despilfarro.
¿Será esa sensatez en medio de la imbecilidad la que está colocando al PP al frente de las encuestas, como claro favorito para ganar las próximas elecciones? Es probable que sea así.