En ese permanente tránsito hacia algo más de lo que éramos, habría un sustrato digamos que prenatal en las tribus prerromanas, en las que el sentimiento de identidad se sustentaba en las relaciones de sangre. Y a partir de los romanos, se forjó una nueva identidad, en la que lo decisivo era la unión política, la polis, Roma. Desde entonces, ser autrigón, vacceo o vascón daba ya igual a efectos del sentimiento de identidad fundamental, que era ser romano. La Edad Media, entre nosotros, sufrió los efectos del cataclismo que supuso la invasión islámica, que, visto desde el conjunto de nuestra historia, fue un gran accidente histórico. Pero la historia siguió su camino, y ocho siglos más tarde recuperamos la trayectoria que habían marcado Roma y los visigodos. En el horizonte asomaba el estado moderno que fue plasmándose entre el Renacimiento y nuestros días. Si el accidente histórico islámico hubiera triunfado definitivamente y desplazado al de la civilización de origen romano, habríamos pasado a ser parte de la trayectoria que desde la Meca y Medina en adelante absorbió todo el norte de África. Una ventaja habríamos tenido entonces: no existiría el problema del asalto de inmigrantes ilegales a las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla, porque toda España (mejor dicho, todo al-Ándalus) sería una prolongación de Marruecos.
En fin, Vicente, que nuestra identidad como españoles tampoco es tan etérea y azarosa. Aunque, efectivamente, está sujeta al cambio permanente. Un cambio en el que se conserva de alguna manera lo que fuimos, pero que nos hace ser cosas diferentes a medida que avanza la historia. Y, desde luego, ser español no es, en términos de identidad, equivalente a ser vasco o catalán: la identidad española es el resultado de una trayectoria que podemos decir que va, en lo fundamental, desde Roma al estado moderno. La identidad vasca o catalana, tal como la pretenden sus nacionalistas es el resultado de una instalación (reaccionaria) en la prehistoria o en alguno de los ramales abiertos por los accidentes históricos acontecidos a lo largo de aquella trayectoria principal.