Dos ministros de primer nivel, un alemán y un japonés, acaban de dimitir por actos que en España ni siquiera tendríamos en cuenta: el de Exteriores japonés, Seiji Maehara, por aceptar una donación valorada en 435 euros, ilegal por venir de una extranjera, y el de Defensa alemán, Karl Theodor zu Guttenberg, por plagio parcial de su tesis doctoral.
A los ministros españoles les hacen regalos, incluso las firmas comerciales, y se los llevan a su casa. Casi ninguno llegó a doctor, aunque sí el extitular de Sanidad, Bernat Soria, que cuando se descubrió que había falsificado su currículum siguió como si nada ocurriera.
El caso del presidente derechista de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, imputado por aceptar supuestamente unos trajes de regalo, sólo tiene notoriedad porque, a pesar de todo, seguramente será reelegido en mayo por una inmensa mayoría que lo aplaude.
Mientras el ministro japonés es taoísta y el alemán calvinista, ambos muy estrictos, los españoles son misericordiosos, como buenos católicos: la confesión absuelve los pecados, tras una llevadera penitencia y algún propósito de enmienda.
La impunidad, incluso el incremento de la popularidad de muchos deshonestos, quizás tenga, pues, un origen cultural-religioso.
El español aprovecha su autoindulgencia para corromperse masivamente: los falsos ERE de Andalucía demuestran que es fácil crear por derecho natural una gigantesca red de corruptos que le estafan a todos los contribuyentes cientos de millones de euros.
En las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo van decenas de candidatos imputados en todo tipo de delitos. De derechas, de izquierdas, incluida la falsamente puritana IU, y nacionalistas.
Tampoco están libres de pecado algunos periodistas famosos, especialistas en denuncias contra el enemigo ideológico, y que, como los ministros, reciben innumerables regalos para callar los pecadillos de sus amigos.
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SALAS tiene numerosos estudios acerca de este fenómeno tan español. Desde la épica hípica...
...hasta los estudios universitarios: