El despilfarro de la casta política española, tanto de la izquierda con Zapatero como de la derecha con Rajoy, se está convirtiendo en el gran drama nacional. Muchos pensadores creen que el despilfarro descontrolado y recalcitrante de los políticos debería ser tratado como "delito" contra un pueblo español, que tendrá que pagar la inmensa factura de la deuda durante tres generaciones por lo menos. Aunque no pueda ser considerado delito porque las leyes están hechas para beneficiar a los que mandan, seguir financiando a los partidos políticos con dinero público, negarse a adelgazar seriamente el Estado obeso y regalar grandes cantidades de dinero a los sindicatos y a fundaciones y chiringuitos creados por los partidos son siempre canalladas indecentes que, por si mismas, deberían ser castigadas por los ciudadanos no votando jamás a los partidos despilfarradores y a sus insensatos políticos.
Europa está indignada y amenaza con sanciones a los manirrotos gobernantes españoles, que con su endeudamiento brutal (mas que Zapatero) ponen en peligro la ligera reactivación de la economía. Pero el gobierno de Rajoy, en lugar a adelgazar el Estado, liberándolo así de gastos superfluos, prefiere seguir recortando en servicios básicos y protección de los débiles. Por culpa del despilfarro y de la negativa a reducir el gasto público, España es ya el segundo país de Europa en pobreza infantil, solo superado por Rumanía, un dato aireado por "Cáritas Europa" que ha exasperado al ministro Montoro y a todos sus colegas del Consejo de Ministros, que ven con angustia como su egoísmo y mezquindad quedan denunciados por una ONG prestigiosa y querida por los ciudadanos.
Cada día son mas los medios de comunicación e instituciones internacionales que se escandalizan ante el comportamiento de los gobernantes de España, ya desprestigiados por el masivo rechazo popular que sufren en las encuestas, donde los ciudadanos los señalan como el segundo gran problema del país, y por los sucesivos escándalos de corrupción, que reflejan un país con políticos impunes, con la Justicia sometida a los partidos y con demasiados delincuentes atrincherados en las altas instituciones, gozando de una obscena impunidad.
Hace poco mas de una semana, la OCDE denunció a los gobernantes de España por su insensibilidad y falta de humanidad al dejar sin protección a los mas débiles y desamparados. Esa acusación arrinconó y desenmascaró la verdadera naturaleza de un gobierno como el de Rajoy, muchos de cuyos ministros y altos cargos son de misa y comunión diarias.