Existen los "paraísos fiscales", los "infiernos fiscales" y los "basureros fiscales". Los paraísos fiscales perdonan los impuestos al que tiene dinero; los infiernos fiscales expolian a los que tienen dinero y los basureros fiscales benefician y miman el dinero sucio y manchado, aunque provenga del crimen. Aunque parezca una paradoja, España, bajo Pedro Sánchez, es un infierno para sus ciudadanos, un paraíso para los políticos y poderosos y un basurero para los mafiosos y criminales con dinero sucio.
La Costa del Sol malagueña y la gaditana se han convertido en paraísos de las mafias italianas tradicionales y de las nuevas, como la rusa. La última en llegar ha sido la mafia hispano-marroquí que monopoliza el tráfico de drogas a través de la zona de Gibraltar, con lanchas rapidísimas de última generación.
Ningún medio de la prensa comprada por el gobierno de Sánchez lo dice, pero la España socialcomunista actual es el país de Europa que más atrae al dinero sucio que manejan las organizaciones mafiosas y delictivas que comercian con armas, mujeres y drogas.
Las mafias lavan su dinero en España, donde hacen grandes inversiones inmobiliarias, gestionan un alto porcentaje de la compraventa de inmuebles y el 67% de la manipulación de contenedores. España es también el refugio ideal de los mafiosos buscados por las policías. Los mismos mafiosos dicen que es fácil comprar impunidad en España. El 5 de agosto era detenido en Madrid Domenico Paviglianiti, ‘jefe de jefes’ de la ‘Ndrangheta.
España es también el puente de conexión de las mafias europeas con las de América Latina y la puerta de entrada de la cocaína, la más rentable de las drogas.
La pandemia del Covid ha facilitado la labor de las mafias e incrementado su poder. La ‘Ndrangheta factura cada año unos 60.000 millones de euros, y la Camorra entre 25.000 y 35.000 millones. Parte de esos ríos de dinero se invierten en hoteles españoles, muy baratos después de la crisis del turismo del año 2020, en el que muchos se vieron obligados a cerrar.
Las mafias han aprendido a eludir la Justicia y a corromper al poder, mejor que utilizar la violencia. En eso operan como los partidos políticos, Han dejado de asesinar porque eso les echa encima la opinión pública, la policía y los jueces, pero compran inmunidad, corrompen a las autoridades y así pueden gestionar ventajosamente y presionando a la competencia, hoteles, pizzerías, restaurantes y complejos turísticos.
Cuando escribía este artículo quise "ambientarme" paseando por la parte más alta de la zona de Torremuelle, en Benalmádena, Málaga, donde hay chalets enormes, rodeados de muros altísimos con garitas de cristal blindado, especial para tiradores, y perros que parecen leones. Son los refugios inexpugnables de algunos mafiosos de gran poder refugiados en la Costa malagueña, donde se sienten seguros. Pude ver salir una comitiva de 3 coches negros, todo terreno, con cristales oscuros y probablemente blindados, en uno de los cuales, sin que se sepa en cual, viajaba seguramente el "capo".
Francisco Rubiales